A veces, es necesario alejarnos por un tiempo de nuestras vidas cotidianas por nuestro propio bien.
Sólo cuando estamos lejos de nuestra familia y amigos, lejos de nuestro hogar, y lejos de nuestra rutina, tenemos el espacio y tiempo necesarios para pensar en cómo podríamos mejorar nuestras vidas.
Es como cuando un equipo de fútbol está jugando un partido, y los jugadores están tan inmersos en su propio trabajo, que no tienen ni el tiempo ni el espacio necesario para entender todo lo que está pasando en la cancha. Necesitan del punto de vista del entrenador, desde fuera de la cancha, quien observa el panorama completo y piensa cómo su equipo puede ganar el partido.
El entrenador tiene una perspectiva externa al partido. Tiene el tiempo y el espacio necesario para pensar en cómo sus jugadores podrían jugar mejor, y ganar el partido. Tiene el tiempo para pensar en estrategias ganadoras, y en cómo prevenir posibles derrotas.
Viajar solo por un tiempo prolongado te entrega la perspectiva del entrenador, pero para tu vida.
Te da tiempo y distancia para pensar sobre tu vida cotidiana.
Te da ese respiro necesario para darte cuenta de qué es lo bueno de tu día, y qué es lo malo. Sólo así, sabes qué debes hacer para corregirla.
Quizás, mientras viajas solo, te das cuenta que habían cosas muy importantes para ti, y que no les estabas destinando suficiente tiempo y/o atención: tu familia, tus amigos, tu mascota, un pasatiempo, horas de relajo, horas de aprendizaje, cuidar de tu salud, cuidar de tus ahorros, etc.
A la vuelta de tu viaje, sabes los cambios que tienes que hacer para enfocarte en eso que era importante.
Quizás, mientras viajas solo, te das cuenta que habían cosas muy malas para ti, y que no estaba haciendo nada por intentar evitarlas: gente negativa, malos hábitos, estrés, aburrimiento, trámites innecesarios, tráfico, cientos de emails sin leer en cada momento, etc.
A la vuelta de tu viaje, sabes que tienes que hacer todo lo posible por rechazar eso que te está haciendo tan mal. Porque ahora que has pasado un tiempo lejos de ese mal, volver a él se sentiría como inyectarse veneno.
Quizás te estás preguntando, ¿Pero por qué tengo que viajar solo para pensar en cómo mejorar mi vida? ¿Por qué no puedo hacerlo sentándome a pensar en mi casa?
Sí, lo puedes hacer pensando en tu casa. Probablemente tendrás buenos resultados.
Pero la chance de que te sientes a pensar en estas cosas es baja.
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste en un escritorio, con lápiz y papel, a pensar en cómo podrías mejorar tu vida?
Si eres como muchos de nosotros, no lo has hecho nunca. Estás tan inmerso en la rutina, que pensar en profundidad no es una opción. Y si tienes tiempo libre para hacerlo, prefieres gastarlo viendo series en Netflix.
Viajando solo, pensar es más fácil. Lejos de tu rutina, no tienes distracciones. No tienes deberes que cumplir, ni amigos que te invitan a hacer algo en tu tiempo libre. Apagas tu celular, y tu cerebro se pone de inmediato en modo filosófico para ganar esa perspectiva que estás buscando.
Te estás dando la oportunidad para pensar. Estás facilitando tu situación para inclinarte a profundizar en tu vida.
Viaja solo para ganar perspectiva.
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