¿Has pensado alguna vez en lo increíble que es tener una cama? ¿La comodidad que esta te entrega? ¿El dolor de espalda que tendrías si no la tuvieras?
Aun así, dudo que cada vez que te acuestes en ella agradezcas al cielo por ese privilegio.
Disfrutas de dormir en ella, pero no tanto como realmente debería ser.
Y no solo tu cama. Piensa en lo maravilloso que es tener familia, o amigos, o comida en la mesa, o una ducha caliente, o calefacción en el invierno, o todas aquellas comodidades que entrega el primer mundo.
No aprecias todo eso que ya tienes, porque estás demasiado acostumbrado.
No sabes cómo es la vida sin esos privilegios, y por lo tanto no sabes lo agradecido que deberías estar por tenerlos.
La costumbre puede ser buena, si es que te permite aguantar mejor algo malo en tu vida que no puedes evitar.
Pero también puede ser un veneno, si te hace disfrutar menos esos detalles que nos deberían dar tanta alegría.
Cada cierto tiempo, es necesario alejarnos de nuestros privilegios. Sólo privándonos de ellos podemos recordar lo valiosos que son, y disfrutarlos como se merecen.
Es como cuando te resfrías, y te sientes mal por unos días. Sólo cuando pierdes tu salud te das cuenta de lo maravilloso que es sentirse bien.
Lo bueno, es que no necesitas resfriarte voluntariamente para agradecer tener salud, o alguna otra estupidez similar.
Hay ejercicios prácticos que podemos hacer para aprender a disfrutar todos esos detalles que nos dan tanta alegría.
¿En qué consisten estos ejercicios? Son muy distintos unos de otros, pero todos comparten el mismo concepto: alejarse por un tiempo de aquello que quieres volver a disfrutar.
Acá vamos:
Para disfrutar más tener cama y calefacción:
Sal a acampar a una montaña, sin colchón inflable. Pasa frío en las noches. Mójate con la lluvia. Cánsate caminando a todos lados.
Si te suena como una estupidez, como masoquismo voluntario, sólo espera a cuando vuelvas a tu casa. Los resultados hablarán por sí solos.
Para disfrutar más la comida:
- Opción 1: pasa un par de semanas comiendo platos sencillos y con poco sabor, dejando de lado todo lo que te gusta. Nada de café, alcohol, comida chatarra, azúcar, etc.
- Opción 2: haz mucho deporte, a tal punto de que te sientas agotado.
Por ejemplo: ni te imaginas lo placentero que es comer tallarines con salsa de tomate después de un día de más de ocho horas de ciclismo/caminata.
Para disfrutar de una ducha caliente:
- Opción 1: empieza todas tus duchas con agua fría. Y cuando digo fría, me refiero a lo más fría posible. Permítete cambiarla a caliente cuando seas capaz de controlar tu cuerpo bajo el agua helada, respirando profundo y sin tiritar.
- Opción 2: pasa varios días sin ducharte.
Suena asqueroso. Pero a veces, cuando estás acampando, no hay opción.
Mi récord sin una ducha fue cuando hice el Everest Base Camp en invierno. El agua estaba literalmente congelada, así que tuve que esperar hasta estar bajo 3000 metros para ducharme. Total: 16 días.
Para disfrutar de todos los demás necesidades básicas que no estoy mencionando:
Sal a viajar a un país del tercer mundo.
Si vas a India, te darás cuenta lo valiosos que es caminar por una calle que no tiene basura o caca en todos lados. O algo tan simple como encontrar un basurero.
Para disfrutar de tus amigos y familia:
Sal a viajar a donde quieras, pero solo.
No es necesario que sea otro país. Lo importante es que sea solo, y con mínimo contacto de tu familia y amigos.
Mientras más tiempo lo hagas, mejor. Meses, o hasta incluso años. Si es que realmente disfrutabas de pasar tiempo con tus seres queridos, los extrañarás tanto, que cuando vuelvas no querrás separarte nunca más.
Para disfrutar más de tener salud:
Esto es un poco más complicado, porque no te voy a recomendar que te enfermes a propósito, o que te pongas un yeso en la pierna para saber cómo sería estar lisiado.
La alternativa, es pasar tiempo con gente que tiene menos salud que tú: ancianos y/o enfermos. Observa las dificultades que tienen para realizar tareas simples, como moverse de un lugar a otro, comer, ir al baño, etc.
Quizás no será tan eficiente como los ejercicios anteriores, ya que no estarás sintiendo la incomodidad tú mismo. Pero aun así es un recordatorio potente.
Para disfrutar más de tener libertad:
Tampoco te voy a recomendar que busques encarcelarte, o que encuentres un trabajo esclavizante. Mi propuesta, es que pases un tiempo con gente con menos libertad que tú.
Por ejemplo, pasa tiempo con gente que tiene que trabajar todo el día para mantener a su familia.
Ojo: ninguno de estos ejercicios entregan resultados eternos. Tarde o temprano, uno se vuelve a acostumbrar.
Por ejemplo, si sales a acampar a la montaña, cuando vuelvas disfrutarás de tu cama por unos días. Pero al par de semanas te volverás a acostumbrar.
Es por eso que tienes que ir diariamente observando cómo te vas sintiendo, y privarte de aquél o aquellos privilegios que ya no estás disfrutando.
En el momento en que te des cuenta que no estás disfrutando de una taza de café, deja de tomar por un tiempo.
En el momento en que no disfrutes de acostarte en tu cama, sal a acampar.
En el momento en que no estés disfrutando de una ducha caliente, cámbiala a fría.
Es un juego de equilibrios, de luchar constantemente en contra de esa costumbre tan venenosa.
Hasta el momento, he descubierto un solo ejercicio que logra, al mismo tiempo, alejarte de todas aquellas cosas buenas a las que uno suele acostumbrarse: Viajar solo, idealmente trasladándote de un lado a otro con tu propio esfuerzo físico, y durmiendo en carpa.
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