Al día siguiente de dar mi último exámen de la universidad, me subí a un avión con destino a Nueva Delhi, India.
¿Mi objetivo?
Viajar un año por todo el mundo.
Diseñé un plan perfecto. Conocería todas las regiones del mundo que siempre había querido ver.
El plan incluía India, Nepal, el sudeste asiático completo, Nueva Zelanda, China, las olimpíadas de Tokyo, medio oriente, los países nórdicos, los alpes, los balcanes. ¡Hasta incluso África!
Decir que tenía las expectativas altas es poco. Mis expectativas estaban en el cielo.
El plan era perfecto. Amigos cercanos se reían de lo detallado que tenía todo.
Pero como todos sabemos por experiencia propia, los planes nunca salen como queremos.
Marzo de 2020. Después de cuatro meses increíbles de viaje, surge un tal coronavirus que hace que tenga que volver a Chile durante todo el resto del 2020.
No sólo perdí mucha plata al no recibir devolución de pasajes de avión que compré con meses de anticipación.
Lo peor de todo, fue que, a pesar de que tuve un viaje increíble, volví a Chile decepcionado.
Había logrado conocer poquísimo comparado con lo que había planificado.
Mis expectativas del viaje eran tan altas, que nunca sería capaz de cumplirlas.
Me prometí a mi mismo que, cuando volviera a viajar, planificaría lo mínimo necesario para poder moverme de un lugar a otro.
Enero de 2022. Ya llevo casi cinco meses viajando en bicicleta.
He cumplido mi promesa. Estoy viajando con el mínimo de planes posible.
He pasado por Turquía, Georgia, Armenia e Irán sin todavía saber dónde terminaré.
Lo único que hago para planificar, es fijarme como objetivo una ciudad o atractivo turístico que esté, ojalá, a varios cientos de kilómetros de distancia. De este modo puedo pedalear por varios días sin pensar.
La bicicleta me da la libertad de moverme a mi propio ritmo, y la libertad de decidir dónde y cuándo parar.
Tengo una aplicación que crea la ruta en bicicleta por mí, y casi ni la reviso.
Llevo siempre conmigo comida para un día, por si no encuentro supermercados o restoranes en el camino.
Y no hago reservas de alojamiento. Nunca sé dónde terminaré durmiendo.
Sabía que no planificar traería beneficios para mi viaje. Pero nunca pensé que sería algo tan positivo. Aquí van algunos descubrimientos:
1)No planificar mantiene tus expectativas bajas.
Y mantener expectativas bajas es un requisito clave para disfrutar la vida.
Si no te preocupas de esto, serás una persona que siempre está decepcionada porque no logra lo que quiere.
Es como cuando compras una entrada a una fiesta que todo el mundo te dice que será increíble. La esperas durante toda la semana. Al final, no lo pasas bien. Esperabas tanto de ella, que terminas siendo incapaz de disfrutarla.
2)No planificar te ayuda a dejar que las cosas fluyan.
Cuando planificas un viaje, tu vida es rígida. No dejas espacio para esas pequeñas sorpresas que no estabas esperando, y que terminan siendo lo mejor de un viaje.
Esa isla que te fascinó, y que te quedarías por meses, en lugar de tres días como habías planificado.
Esa familia que te invita a pasar una semana en su casa, trabajando en la huerta.
Esa comunidad hippy de la que quieres ser parte por un par de meses.
Cuando no tienes planes, puedes hacer lo que quieras. Puedes llegar a un lugar, y con el paso de los días decidir por cuánto tiempo quedarte.
3)No planificar te ayuda a enfrentar los problemas inesperados.
Una parte clave de un problema inesperado es, obviamente, que es inesperado.
Ningún plan es capaz de enfrentarlo, ya que no pensaste en él.
Cuando no tienes planes, tienes flexibilidad máxima. Eso te permite adaptarte a cada problema que vaya saliendo en el camino, por más inesperado que sea.
¿Te tienes que operar de apendicitis en Armenia y reposar por un mes? No importa. No se te arruinaron los planes, ya que no tenías. Cuando estés sano, harás lo mejor que puedas según las circunstancias del momento.
¿Se te canceló tu ferry a Dubai debido a la mayor tormenta que ha habido en años? No importa. No tienes planes ni apuro. Llegarás a Dubai cuando se pueda.
¿Se te rompió una pieza de tu bicicleta que no puedes arreglar? No importa. Déjala y sal a caminar por el mundo.
4)No planificar te ayuda a estar en el momento presente.
Al no planificar, no piensas en tu futuro. No tienes preocupaciones.
Lo único que te queda es estar en el presente, y disfrutarlo.
No lo tengo claro, pero me gusta pensar que esta estrategia de no planificar también se puede aplicar en la vida. Lo iré descubriendo con el tiempo.
Para terminar, una lección que le da Ki-Taek a su hijo en la película Parasite(2019). Se les acaba de inundar la casa, y están durmiendo en el gimnasio de un colegio con el resto de la gente del barrio:
«¿Sabes qué tipo de plan nunca falla? Ningún plan. Ningún plan en absoluto. ¿Sabes por qué? Porque la vida no se puede planificar. Mira a tu alrededor. ¿Pensaste que estas personas hicieron un plan para dormir en este gimnasio? Sin embargo, aquí estamos ahora, durmiendo juntos en el suelo. Entonces, no hay necesidad de un plan. No puedes equivocarte sin planes. No necesitamos hacer un plan para nada. No importa lo que suceda a continuación. Incluso si el país se destruye, a nadie le importa. ¿Entendido?»
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