¿Por qué ducharse con agua fría?
Porque nos ayuda a desarrollar fuerza de carácter, o dicho de otra forma, dureza mental.
Y una persona con fuerza de carácter sufre menos, porque está mejor preparada cuando los verdaderos problemas llegan.
Porque completar una tarea díficil es una buena forma de empezar el día. Motiva a querer completar una segunda tarea difícil, y una tercera, y así sucesivamente.
Porque mejora la confianza en uno mismo/a.
Incluso cuando tengas un mal día serás capaz de decir: «Bueno, al menos fui lo suficientemente fuerte como para ducharme con agua fría, a pesar de que pude haber elegido agua caliente».
Porque se siente bien una vez que se termina.
¿Cómo ducharse con agua fría?
Si nunca lo has hecho, una opción para partir es empezar la ducha con agua caliente y enfriarla al final.
Personalmente recomiendo empezar con el agua fría desde un principio.
Y cuando digo fría, me refiero a lo más fría que tu ducha permita.
Quédate bajo el agua fría respirando controladamente, de la misma forma en que las madres intentan controlar su respiración cuando están en medio de un parto.
Llega un momento en el que sientes que estás completamente en control, sin tiritar y respirando calmadamente. Ahí puedes cortar el agua.
Si con el paso del tiempo una ducha fría te parece muy fácil, un segundo nivel es bañarse en una piscina a primera hora de la mañana, o bañarse en un lago, un río, o el mar.
**Si estás enfermo, no es buena idea ducharse con agua fría.
¿Qué tan seguido y hasta cuándo ducharse con agua fría?
Todos los días por el resto de nuestras vidas.
Para terminar: si te empieza a gustar ducharte con agua fría, te recomiendo aprender sobre Wim Hof.