Hay muchas formas de combinar viaje con deporte. Viajar en bicicleta es tan sólo una de ellas. Mi opción favorita.
Conozco historias de personas que han cruzado el atlántico a remo.
Otra que le dio la vuelta a la isla del Reino Unido nadando (se demoró 175 días).
Otra que recorrió en Kayak la costa del sur de África.
Otros que caminan cruzando continentes por décadas.
Otros cuyo objetivo es subir todas las montañas más desafiantes y caminar los senderos más largos.
Otros que se las dan de Forrest Gump y trotan por el mundo, porque «they just felt like running!»
Hasta incluso conozco la historia de un tipo que, a sus veinte años, le dio la vuelta al mundo en monociclo.
Con todas esas historias, acotarme a escribir de cicloturismo y no de deporte en general se siente como meterme a una cárcel creativa.
Lo importante para mí no es el medio de transporte en sí, porque todos tenemos distintas preferencias.
Lo importante es que, cuando salgas a viajar, para moverte del punto A al punto B elijas un medio de transporte que te demande esfuerzo físico.
Es así como tu viaje se convertirá en la mejor de las aventuras.
Lo importante no es la meta, si no lo que pasa en el camino. Y mientras más altibajos tenga ese camino, más entretenida es la aventura.
¿Conoces alguna historia de viajeros deportistas que no haya mencionado?
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