Voy a tratar de aburrirte lo menos posible hablando de tenis, pero necesito un poco de contexto:
Mi tenista favorito es Rafael Nadal. He visto cientos de sus partidos.
Lo que más me gusta de verlo jugar, es su actitud de gladiador. Corre y lucha como ningún otro.
Esa misma actitud da como resultado incontables batallas inolvidables.
Si me preguntas cuál es mi partido favorito de Rafael Nadal, no sería capaz de decidirme entre un puñado que llegan instantáneamente a mi cabeza.
Su final en Roma 2005.
Su final en Wimbledon 2008.
Su final en Australian Open 2012.
Cuartos de final contra del Potro, Wimbledon 2018.
Cuartos de final contra Thiem, US Open 2018.
Etc.
Soy tan fanático de Nadal, que también veo alguna de sus entrevistas en Youtube.
Por lo general son aburridísmas. Siempre le preguntan lo mismo y él responde lo mismo.
Pero hay una pregunta que de vez en cuando le hacen, y que siempre me ha llamado la atención:
¿Cuál ha sido el partido más emocionante de tu vida?
Uno se espera una respuesta rápida y emocionante.
Un partido que lo haya hecho sufrir más que nunca.
Una descripción vívida de cómo fue la experiencia para él.
Me encantaría saber cómo fue el partido visto desde sus ojos. Los nervios. El ambiente. El cansancio físico y mental.
Pero siempre me sorprendo al ver que Nadal no tiene respuesta.
Se queda callado, pensativo. Como si nunca hubiera tenido tiempo para pensar en su pasado.
Finalmente, termina respondiendo algo tipo «Roma 2006 vs Federer» y no entra en detalles. Sólo dice que fue «una victoria muy especial frente a un gran jugador», o lo que sea que su asesor le dijo que respondiera.
Es decepcionante.
Puede ser que Nadal no responda bien a esas preguntas porque tiene problemas para expresarse.
No creo que sea el caso.
Mi teoría es, que son tantos los encuentros emocionantes que ha tenido, tantas las batallas, tantas las experiencias inolvidables, que cuando Nadal piensa en su pasado, su cabeza explota.
Son demasiados los años de intensidad. Demasiados los años de aprovechar cada momento de su vida. Demasiados los momentos inolvidables.
Es imposible para él decidirse por un evento puntual.
Si tienes un partidazo inolvidable a lo largo de toda tu vida, la pregunta «¿Cuál fue tu mejor partido?» es fácil de responder.
¿Tienes diez partidazos? La pregunta sigue siendo fácil de responder.
¿Doscientos partidazos? Buena suerte eligiendo tu mejor partido.
Además de que su pasado sea tan impresionante que sea frustrante evaluarlo, existe otro factor a por qué Nadal no se decide por su mejor partido: su presente es tan extraordinario, que no tiene tiempo para pensar en el pasado.
Sólo tiene atención para el presente y el futuro próximo.
Dicho esto, acá va mi «teoría Rafael Nadal» para medir una vida extraordinaria.
«Teoría Rafael Nadal»
Existen tres niveles de extraordinariedad:
El primel nivel, es una persona que ha desperdiciado su vida.
Nunca siguió sus sueños.
Nunca hizo lo que le gusta.
Nunca tuvo experiencias inolvidables.
Nunca tuvo grandes desafíos.
Nunca tuvo grandes problemas que resolver.
Pasó casi todo su tiempo viendo tele o redes sociales.
Nivel de extraordinariedad: bajísimo.
Si le preguntas a esa persona cuál fue el mejor momento de su vida, no te responde, ya que no tiene recuerdos memorables.
El segundo nivel de extraordinariedad, es una persona que ha tenido una que otra experiencia inolvidable.
Tiene buenos recuerdos, pero tan sólo un puñado en cada aspecto de su vida.
Uno que otro viaje que le cambió la vida.
Uno que otro logro del cual se siente orgulloso/a.
Un par de encuentros deportivos que jamás se le olvidarán.
Una que otra relación amorosa especial.
Uno que otro desafío/problema enorme que logró solucionar.
Una que otra historia divertida.
Uno que otro libro o película que le cambió su visión del mundo.
Hasta incluso, puede ser que se haya entrenado por seis meses para subir el Everest, y lo haya logrado. Obviamente, fue su cumbre más especial.
Nivel de extraordinariedad: normal.
Si le preguntas a esa persona cuáles han sido los mejores momentos de su vida, es fácil para él/ella responder. Tan sólo tiene que elegir entre un puñado de eventos.
Sabe cuál fue su mejor viaje, su mayor logro, su mejor partido, el pololeo que recuerda con más alegría, el problema más grande que ha solucionado, su libro favorito, etc.
Me atrevería a afirmar que la gran mayoría de las personas nos encontramos en este nivel.
El tercer nivel de extraordinariedad, es el nivel Rafael Nadal.
Es una persona que ha tenido tantas experiencias extraordinarias, y su presente es tan emocionante, que no es posible para él/ella pensar en su pasado.
El montañista que ha escalado por todo el mundo, y que no puede decidir cuál fue su cumbre favorita.
El viajero que ha conocido todos los países del mundo, y que no puede decidir cuál es su país favorito
El escritor que ha publicado 50 novelas, y que no puede elegir su obra favorita.
El lector que ha leído más de 1000 libros, y que no puede decidir cuál es el que más recomienda.
El emprendedor que ha hecho decenas de negocios.
El artista que ha hecho miles de obras de arte.
El surfista que ha disfrutado de surfear todos los días de su vida.
El actor que ha sido parte de decenas de películas.
El tipo que le han pasado miles de historias divertidas.
Hasta incluso, una persona que no se ha enfocado en una sola actividad, sino que ha tenido una mezcla de todo lo mencionado anteriormente.
Nivel de extraordinariedad: altísimo.
Si le preguntas a esta gente cuáles fueron los mejores momentos de su vida, se comportan como Rafael Nadal. Son tantas las memorias, que no tienen respuesta.
Prefieren seguir en el presente.
Creo que todos deberíamos buscar alcanzar un nivel de extraordinariedad Rafael Nadal en nuestras vidas.
Que sean tantas las experiencias inolvidables, y tan emocionante nuestro presente, que no tengamos tiempo para reflexionar sobre nuestro pasado.
Y que, al final de nuestras vidas, cuando estemos descansando en la cama de del hospital a punto de morir, miremos hacia atrás y seamos capaces de decir:
«Tuve una vida extraordinaria».
¿Te gustaría apoyarme en mi viaje por el mundo? ¡Regálame un café!