25 días de Norte a Sur en Vietnam, relatado con fotos

Primer día en Hanoi
¿Notre Dam, eres tú?
Típico bus en Vietnam
Amable mujer en Sapa
Esta pareja de canadienses me adoptó, y estuvimos recorriendo juntos la región de Sapa en moto
Típico búfalo en Sapa
Hubo una noche que granizó
Cao Bang. Al lado de mi hostal había cancha de tenis. Bendición divina
Por lo general los hostales en Vietnam vienen con desayuno incluído
La región arededor de Cao Bang da para una semana recorriendo en moto
Tuve la suerte de ayudar a esta vaca que no se podía mover por las cuerdas. Lo mejor del día
Justo en la frontera con China
Cueva en Cao Bang
La ciudad en Cao Bang
Uno de los paisajes más bonitos que he visto. El cerro tiene una cueva que cruza para el otro lado
Días de moto y más moto, improvisando los caminos
Propaganda comunista
A veces toca acampar en estos lugares
Ninh Binh
Paseo en bote. Se empieza a escuchar más del famoso coronavirus
Templos enormes
la vista justo fuera del hostal
Debido al coronavirus todo se empezó a cerrar. Alcancé a recorrer Hoi An en un sólo día y cargando las mochilas. Habrá que volver
Ho Chi Minh. Este local vendía unas malteadas de mango exquisitas. También vendían joyas. La dueña está acostada en una silla de playa
Balas en el campo de tiro cerca de Ho Chi Minh. Pude disparar un rifle AK-47
Túneles de la guerra de Vietnam. Sofocantes
Salones de pool en Ho Chi Minh. Lo extraño es que las mesas no tienen hoyos así que ni idea qué juegan. Pero apuestan mucha plata
Ho Chi Minh. La gente se junta en estos parques a jugar bádminton
Aeropuerto. Intentando escapar de Vietnam antes de que se cierre por el covid-19. Todos los vuelos están cancelados, incluyendo los que sale check-in.

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Nepal en invierno: Everest Base Camp, bungee y parapente

El cruce de India a Nepal ha sido de las pocas aventuras buenas que he tenido en bus. Incluyó aproximadamente cuatro buses, un taxi, un tuk tuk, y mucha improvisación. Total: 24 horas
Amigos nepalíes con los que hice todo el trayecto
Primer día en la capital, Kathmandú. Con el tomacho fuimos a un templo lleno de monos
Con el tomacho en un templo de Katmandú
Típico templo en Nepal
Después de un día de demora por tormenta, tomamos una avioneta a Lukla para empezar el trekking al Everest Base Camp
La avioneta. Dicen que es el aeropuerto más peligroso del mundo
Portadores que uno ve en e camino. Por favor fijarse en las zapatillas y en cómo sujeta la carga (una cinta en la cabeza)
Nepal en invierno significa mucho frío, pero menos precipitaciones y menos turistas
Sendero en el primer día
Típico puente
Típica casa de té donde uno duerme por un dólar la noche. El dueño pasaba todo el día rezando en voz alta
Cafés y comida rica
Día de aclimatación en Namche Bazaar. Al Tomacho le dio mal de altura a los 3500 metros
Justo el día que nos aclimatamos nevó. Un agrado
Vista panorámica de Namche Bazaar
Un yak
Un pájaro
El Ama Dablam, una de la montañas más bonitas del trekking. En las mañanas hacían entre -10 y -17°C
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Saqué esta foto desde la ventana de mi pieza
El hostal donde dormimos esa noche
Días despejados y calurosos, como para caminar en polera
Una tumba en el camino
Cara de cumpleaños llegando al último pueblo antes del campamento base. La altura hace que todo sea más difícil
La vista desde la cima del Kala Patar. La montaña que se ve al fondo es el Everest
Postal que casi me costó un resfrío
Llegada al campamento base. 5364 metros de altura
«Sácame una foto con la montaña entre mis manos»
Foto triunfal en el campamento base
Vista del valle, ya bajando de vuelta a la civilización
Foto después de nueve horas de caminata
Lukla a la vuelta. Van 13 días sin ducha
En vez de tomar una avioneta de Lukla a Katmandú, decidimos seguir caminando por otros cuatro días. El paisaje cambia por completo, mucho más verde
Kharikhola, un paraíso escondido
Nos enteramos que había una boda en el pueblo. Así que fuimos a bailar
La boda nepalí
Monasterio
Nepal es un paraíso
Ya terminado el trekking. Salto en el noveno bungee más alto del mundo
Segundo salto, pero esta vez con el tomacho
Días de descanso en Pokhara
¿Qué le pasó a este Che?
Parapente
Nunca me enfermé de la guata en India, pero sí en mi último día en Nepal. Y tenía que tomar un avión, así que tocó ponerse la mochila

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Previo a los viajes en bicicleta: 50 días y 13 ciudades en India, relatado con fotos

Primer día en Delhi. Salir del metro y ver por primera vez las calles fue una experiencia caótica. Foto de un perro durmiendo encima de un auto
Primera noche. No sabía cómo era la comida India, así que pedí este plato que era una especie de panqueque picante con yoghurt. Pensé «si la comida es así, no voy a sobrevivir». Por suerte, es exquisita
Caos absoluto en las calles de Delhi. Lo que más me soprendrió fue ver a un pobre tipo con polio caminando con chalas en las manos
Justo fuera de mi hostal, en medio de un callejón, se hizo esta fiesta para un dios
Delhi es una de las ciudades más contaminadas del mundo. Se puede ver directamente el sol gran parte del día, como si fuera un atardecer. Y duele la garganta
Tuvimos la suerte de ser invitados a una boda india. Foto con el novio
El lugar era ENORME. Había comida para miles de personas, y la gente hacía filas para sacarse fotos con nosotros, los únicos extranjeros
la mezquita más grande de Delhi
Una tumba
Delhi es como para quedarse mínimo cinco días, pero con mascarilla que proteja contra el aire
Humayuns Tomb. Enorme, y sin turistas
Recorriendo Delhi con Nico di Santo, un amigo argentino que lleva su mate a todos lados
¿Has visto antes este edificio?
Taj Mahal. Impresionante
Esta es la entrada al Taj Mahal. Hay tres iguales
Un «río» afuera del Taj Mahal
El hostal en Jaipur. La pieza estaba en un subterráneo
Jaipur. Me pareció conocida esta puerta. Poco después recordé que es la portada de Lonely Planet India
los niños se acercaban a hacerme preguntas
Una laguna en Jaipur
Vi a un mono comiendo una polera que el dueño estaba secando
Todo el día recorriendo Jaipur con este amable taxista de tuk tuk.
Vista panorámica de Jaipur
Un pozo en Jaipur
Fortaleza en Jaipur
este elefante está sonriendo
Los baños en los vagones de tercera clase de los trenes. Ni me imagino ser mujer y tener que hacer pipí ahí, mientras el tren se tambalea
Días enteros viajando en tren
Este saddhu vive dentro del tronco de un árbol, tal como el maestro yoda
La laguna sagrada de Pushkar
India está lleno de motos royal enfield. Hermosas
Atardecer en Pushkar. Esta ciudad es como para quedarse una semana descansando
Vagones de tercera clase
Paseo a camello en Jaisalmer, la ciudad del desierto
El guía
Me tocó hacer el paseo con dos coreanas que pusieron la canción de Aladdin mientras andábamos en camello
Nunca más ando en camello. Es lo más incómodo que hay
Jugamos cartas para entretenernos en la noche. Nadie sabía a qué estábamos jugando, pero aun así nos entretuvimos horas
Dormimos en el desierto, y a la mañana siguiente tocó este amanecer
Mis hosts de couchsurfing
Con amigos de Jaisalmer
Este tipo me salvó de un encuentro peligroso en medio de la noche
Jodhpur, «the blue city»
la fortaleza de Jodhpur
Grabaron una escena de Batman 3 aquí
Jodhpur era azul, pero ni tanto
Un gimnasio gratuito en Jodhpur
Caminando por estas calles me atacó un perro
Udaipur, La Venecia de la India
City palace en Udaipur
Esta pieza está como para película de Wes Anderson
la vista desde el hostal en Udaipur
Arrendé una moto y fui a las montañas. Libertad pura
Me encantan los turbantes de los siks
Viaje en bus de veinte horas para llegar a Varanasi
Primera noche en Varanasi
Una niebla tétrica en el río Ganghes
Varanasi es una locura
Aquí el Buddha dio su primera lección
con la Javi
Lassi, mi bebida favorita en India
niñas que le piden plata a los extranjeros
El personaje más interesante que conocí en la India. Lleva 25 años sentado en esa posición, come una vez al día y fuma muuucha marihuana. En el momento que saqué la foto yo tenía puesto polerón, parca y gorro
Gente increíble que se te acerca a conversar
fbt
Año nuevo entre latinos
La fila para un templo
Varanasi un día normal
Aquí queman los cuerpos y echan las cenizas al río
Después de un mes en Nepal, volví por otros veinte días a mi querida India. Foto de un amigo que me invitó a tomar té
Rishikesh, la capital del yoga. Lleno de extranjeras sacando el certificado de profesora de yoga
Tuve la suerte de toparme con mi primo. Fuimos a cascadas, hicimos rafting, clases de yoga, clases de meditación, y comimos exquisito
Este mono le robó la comida a un gringo
Retiro de meditación Vipassana. 10 días de silencio, sin poder mirar a los ojos a los demás, y sin hacer deporte, ni escribir, ni leer. Sólo enfrentar la mente
Teníamos piezas privadas en el retiro, con camas de piedra. Nos despertábamos a las 4 am y meditábamos diez horas al día
Post retiro fui a la ciudad donde vive el Dalai Lama, Dharamkot
monjes budistas
Vista desde el templo del Dalai Lama
Pasaba horas meditando en estos bosques
Camino a Amritsar me enfermé como nunca. Fiebre e infección en el oído. Pero dos días después ya estaba bien
Amritsar. La capital de los sikhs. Una de mis ciudades favoritas
Atardecer en el templo dorado
Guardias del templo dorado
Los comedores del templo alimentan gratis a cien mil personas cada día. Obvio que almorzaba ahí
Se arman tacos humanos en las calles
Un hombre feliz sirviendo té. Todos trabajan voluntariamente
Días felices en Amritsar
Último día. Durmiendo en la estación de buses de Delhi, esperando mi vuelo para Vietnam

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Trekking y ciclismo en Georgia, relatado con fotos

Poco después de cruzar la frontera Turquía-Georgia, me encontré con la entrada a una fortaleza
Un edificio en Batumi como para película de Wes Anderson
Batumi intentando dárselas de ciudad futurista
En una semana por la costa del Mar Negro, este fue el único día que vi el cielo despejado
No recuerdo el nombre, pero era mi plato favorito
Georgia es un país verde
Muy verde
La App de rutas Komoot es buena un 95% del tiempo. El otro 5 me tira para estos caminos (que tienen lo suyo)
Me salí del camino para buscar un lugar de camping
Y una familia me dejó instalar la carpa en su terreno
A la mañana siguiente desperté con esta vista
Clásica iglesia en Georgia
Uno de los beneficios de ir por caminos secundarios era que encontraba vestigios Soviéticos
Con este camino, se disfruta meter los pies en el barro
En un día ventoso y estresante me encontré con esta pareja de europeos. Pedaleamos juntos a Kutaisi, cortando el viento
Dejé la bicicleta por unos días para ir a hacer el trekking Mestia-Ushguli. Un paraíso
Feliz viviría en esa cabaña
«Sácame una foto así como que no estoy mirando»
Un placer caminar por estos valles. Pero echaba de menos la bicicleta. Después de tanto tiempo en ella, caminar se siente como un retroceso
Árboles otoñales por todos lados. Llegamos temprano a ese pueblo, así que me fui a meditar al bosque
Con John Jullian Lovell, el inglés con el que hice el trekking desde el primer día
Glaciares que uno encuentra por ahí
Este perro (o semi oso) me siguió un día completo
Venden vino casero en botellas de plástico. Un crimen
Ushguli, el final del trekking
A veces me gusta parar a mirar las vacas y comer almendras
Maldita cocinilla que me quema los dedos cada vez que la prendo
El lugar se ve bonito, pero era justo fuera de una carretera en construcción, con un ruido que no me dejaba dormir tranquilo
Los famosos Kinkhali y Ori
Todos los pueblos en Georgia tienen este sistema de cañerías horrible
Iglesia en la capital, Tbilisi
La misma iglesia
Pinché rueda justo fuera de este taller. Estos amables señores insistieron en arreglarla
El día que dejé Tbilisi para cruzar a Armenia Komoot me recomendó cruzar por un cerro que ni siquiera tenía camino. Tuve que cruzar alabres de púas e inventar la ruta

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Juan Pablo Toro
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Autor Deportista Nómade

2800 km por Turquía relatado en fotos

Estambul. Hagia Sofía tiene lo suyo. Me sorprendió lo pequeña que era por dentro en comparación con la fachada (PD: mucho mejor ir en la noche, cuando no hay gente)
El gringo que posa para la foto sabía mucho de viajes en bicicleta. Me dio unas recomendaciones que me salvaron
Con cara de cumpleaños el primer día oficial de pedaleo (ya que mi trayecto de 52km del aeropuerto a Estambul fue en la noche)
Estoy haciendo todo lo posible por no ser de esas personas que le ponen nombre a la bici
Primer día de camping. La mesa estaba llena de arañas
La cocinilla que tengo es digna de mencionar. Cada vez que la enciendo me quemo los dedos y quedo manchado con diesel
Nada mejor que pedalear por las montañas y sin autos
No sabía donde acampar, así que busqué en el mapa y vi que había un lago cerca. ¡La sorpresa que me llevé!
Esta madre y su hija me hicieron parar y esperarlas mientras iban a su casa y me traían pan con queso y tomate
Espero alguna vez tener tanta paz interior como para manejar una moto, parar en medio del camino, sentarme en una silla y no hacer nada
Aaaaaah, qué lugar más lindo para arreglar una rueda desinflada
No estoy seguro si es una pintura de nuestro querido Atatürk. Pero la foto está buena
A veces hay que hacer turismo
Orilla de laguna. Sentarse en el pasto. Tallarines con salsa de tomate. Descansar
Alucinando por el calor
Felicidad plena cada vez que llego a la cima de un cerro
Caminos que te hacen sentir libre
Me alojé tres días con mi amigo Soykan, quien ha recorrido el mundo entero en bicicleta
Lindos pueblos de Turquía
Conociendo el Éfeso después de un día de 100 kilómetros
Ephesus
Pasé por campos en donde estaban cosechando ají
kilómetros y kilómetros de estas alfombras de ají. Un olor potente y delicioso, difícil de olvidar
Pasé por regiones llenas de campos de girasoles
En medio de un calor infernal, este matrimonio me regala un ramo de uvas e higos
Llegada al mar mediterráneo después de siete días de pedaleo
Primer piquero en el mar mediterráneo
7 am a orillas del mar mediterráneo. Una tasa de leche
Bonito lugar para escribir
Este hostal en Fethiye está para película de Wes Anderson
Atatürk en todos lados
La costa de Turquía consiste en subidas y bajadas interminables
La bici me lleva a alguno que otro paraíso
Primera vez que me topo con un cicloturista. Buscamos una mesa para sentarnos a conversar. Él hizo el café, yo puse los plátanos y las almendras
Un clásico en los pueblos pequeños. Hombres jugando Ruminó en las casas de té
Nivel de transpiración después de 115 km en pleno verano
Uno de los privilegios de acampar es poder dormir a orillas del mar
Bonito lugar para acampar, pero había un incendio forestal relativamente cerca
Pescado feo, pero exquisito
La cara que pongo cuando llevo dos horas seguidas empujando la bicicleta porque el camino es muy empinado
Malditas montañas que te castigan pero al mismo tiempo te recompensan con la vista
¿Estaba alucinando, o ese árbol es demasiado bonito?
Subir, subir, subir. 10 km de empujar la bicicleta en tres horas
En la cima
Post cruce montañoso. Ya está oscureciendo, y me encuentro en un valle rodeado por montañas con un silencio absoluto
¿Que cómo uno despierta después de un cruce montañoso?
Un metro de «pide» en Konya
A veces toca dormir en medio de la nada
Pero la gente va a tu carpa y te regala comida
Una linda familia que me invitó a tomar té y ver Scooby Doo
Mi rueda explotó y quedé en pana a 10km de una ciudad
Último día camino a Capadocia
Llegada triunfal a Capadocia después de muchos días infernales de ciclismo
Vista de Capadocia post atardecer
Tocó hacer turismo por unos días en Capadocia.
Los del hostal me nombraron a mí como líder para elegir el restorán. Menos mal le achunté
Capadocia da para una semana haciendo trekking en los alrededores
Los famosos globos
Te dejaré a tí pensar a qué se parecen estos pilares
Acampando con mi amigo francés, Alex. Se nos vienen tres días bien intensos
La primera de siete invitaciones ese día. Desayuno de galletas y café
La segunda de siete invitaciones ese día. Pan recién horneado con queso y tomate
Tercera de siete. Almuerzo contundente y café
Hay una oveja montándose a otra
Anatolia desértica
Relajo post Hammam(baño turco)
Cuando el peluquero no habla inglés, este es el resultado
Mi postre favorito. No sé el nombre, pero tenía crema de pistachos y helado
Jugando pool en una bomba de bencina para esperar a que se calme la lluvia
Esas construcciones peculiares que uno encuentra en el camino
A veces tocan caminos llenos de camiones
Frío y lluvia camino a Trabzon
Camino a Trabzon
Ruminó, ruminó, ruminó. Y veinte tazas de té al día.
Uno de los mejores lugares que he encontrado para acampar
Días felices de frío y cruzar montañas camino al Mar Negro
Tengo que admitir que me dio miedo dormir a orillas de este camino.
No es muy motivante intentar cruzar una montaña que está tapada por esa nube
Mi querido Ugurtasi. Mi pueblo favorito en todo Turquía
Con Halime, mi madre turca. Nunca dejó de sonreir
Otra foto de Ugurtasi
Días felices cosechando papas en Ugurtasi
Estas dos señoras trabajaban sin parar. Incansables
Frío y niebla post Ugurtasi
Días de lluvia en la costa del Mar Negro
Sümela Monastery
Foto con mi alforja Ortlieb que supuestamente dura años. Se me rompió en menos de dos meses
Mi paso por Rize consistió en lluvia, lluvia y más lluvia

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor deportista nómade

Un problemilla en la capital de Armenia

Miércoles 3 de Noviembre de 2021. Me encuentro en un hostal de Yereván, la capital de Armenia, esperando hace ya casi una semana que los de la embajada de Irán me aprueben la solicitud de visa.
Acabo de almorzar, y para matar el tiempo decido salir a recorrer el centro de la ciudad trotando.

Primero me dirijo a una mezquita azul que queda al lado del hostal. Se ve bonita, pero está cerrada, así que no me detengo y sigo trotando a un museo de arte moderno.

Una vez llegado al museo, me atiende una señora simpática que me cobra aproximadamente mil pesos chilenos por la entrada, y guardo el ticket en la billetera antes de entrar.
Entro a la galería al mismo tiempo que otro turista de mi edad, que está vestido como hipster y lleva consigo una cámara análoga. Y por cómo se mueve y por cómo me mira, deja claro que sabe más de arte que yo.

Hasta ahí, todo bien.

El museo tiene lo suyo, pero está lleno de esos cuadros que una persona iletrada en arte como yo no los entiende. Trato de hacer como que los disfruto, pero no hay caso. Camino lento sólo para hacerle competencia al hispter. Le quiero demostrar falsamente que yo también soy un hombre culto, y que sólo me faltan los anteojos grandes para ser como él. Aun así, caminando como tortuga, me demoro quince minutos en llegar hasta el final y volver a la entrada.

Para cuando voy saliendo del edificio, el hipster va en el primer cuadro.

Sigo trotando por el centro de la ciudad. Visito una iglesia, un club de tenis, y un parque. Ya estoy un poco cansado, así que decido volver al hostal. Pero antes, tengo que ir a buscar mi bicicleta al taller.

Hasta ahí, sigue estando todo bien.

Me entregan la bicicleta, y me cobran unos diez mil pesos chilenos por todos los arreglos. Me palpo los bolsillos, y es ahí cuando me doy cuenta que no todo está tan bien.

No encuentro mi billetera.

Abro la mochila que tengo, y la reviso al menos unas tres veces por todos los bolsillos. No hay caso; efectivamente se me perdió la billetera.

El problema no es grave; es gravísimo. En la billetera tengo las dos tarjetas de crédito con las que pago y saco plata del cajero, mi carnet de identidad, y plata recién retirada para dos semanas. Ni siquiera tengo para pagarle a los del taller por el servicio que me hicieron en la bicicleta. Y además de todo eso, no tengo ningún número de contacto o email en la billetera para que me contacten en caso de extravío.

Tengo la billetera «Bad Mother Fucker» de Pulp Fiction. Cualquier persona que no me conoce y no ha visto la película tiene derecho a pensar que soy un idiota

Les explico el problema a los del taller, y de buena voluntad dejan que me lleve la bicicleta a donde sea que tenga que ir para encontrar mi billetera.

Descompensado por la noticia, me dirijo tan rápido como puedo al museo. Pero no sé por qué estoy yendo para allá. Recuerdo claramente haber pagado la entrada con efectivo, haber recibido el ticket, y haber guardado la billetera en mi bolsillo.
Y dado que no volví a pagar nada después de eso, todo esto indica que la billetera se cayó de mi bolsillo mientras trotaba. Quién sabe dónde.

En otras palabras, estoy yendo al museo sólo para que la señora de la entrada me mire con cara de pena y me diga que no tiene lo que busco.

Llego al museo, y me encuentro con un escenario completamente distinto al que estaba imaginando. Hay al menos ocho mujeres en la recepción, y cuando abro la puerta, todas ellas me miran al mismo tiempo con cara de sorpresa. Una lanza un grito, y las demás se ponen a celebrar como si hubieran visto al equipo de fútbol de Armenia meter un gol en el Mundial.

«¡Sabemos dónde está tu billetera!», me grita una en inglés. Mientras tanto, otra salta de alegría, y otras dos se abrazan.
¿Cómo puede ser que estén tan felices?

No entiendo lo que está pasando. Estoy 100% seguro que la billetera se me cayó en la calle.

Una de las mujeres se sienta en su escritorio, y saca un papel de su cajón. Hace un llamado hablando en armenio, y después procede a explicarme todo.

Efectivamente, mi billetera se cayó en la calle. Y no tenía información de contacto. Pero había esperanza. La billetera tenía un solo pedazo de información que la persona que la encontrara pudo usar para buscarme, en el cual no había pensado.

El ticket del museo.

Un tipo de mi edad que iba con su novia caminando por la calle encontró la billetera, y llamó al museo para dejar su número en caso de que yo apareciera.

Me siento en una silla, con todas las mujeres de la recepción mirándome con una sonrisa. Estoy aliviado, pero a la vez no me siento bien. Todavía no me recupero de los nervios.
Diez minutos después, nos reunimos, y el tipo con su novia me entregan la billetera intacta. Estoy tan sorprendido por todo lo que ha pasado los últimos treinta  minutos, que ni siquiera salen las palabras de mi boca para ofrecerle recompensa. Finalmente, respiro lentamente y le pregunto cómo puedo pagarle.

Me dice que por favor no le dé nada.

Antes de irme del museo, las mujeres me dan una clase sobre cómo guardar la billetera correctamente en el bolsillo para que no se me caiga. Me dicen, además, que no puedo ser tan distraído como para que se me pierda la billetera siendo que el short que llevo puesto tiene cierres en los bolsillos.

Vuelvo a la calle, camino al taller a pagar el arreglo de la bicicleta.
Mientras voy pedaleando, sólo pienso en una cosa:
¿Qué tan bueno tiene que ser un tipo como para encontrar una billetera, hacer todo lo posible por encontrar al dueño, hacer él la caminata para devolverla, y entregarla sin pedir nada a cambio?

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor deportista nómade

Me dio apendicitis…en Armenia

Si hay algo que me daba miedo antes de partir mi viaje en bicicleta, era tener alguna enfermedad que me dejara hospitalizado en un país extranjero.

Y bueno, pasó.

Jueves 4 de Noviembre. Llevo ya una semana en Yereván, la capital de Armenia, esperando que la Embajada de Irán me de mi visa.

Lo bueno es que no tengo apuro. La gente del hostal es muy simpática, y logro hacerme buenos amigos de distintos países. Todos los días hacemos algún tipo de paseo, y en las noches tomamos cerveza y jugamos ajedrez.

Lo único que me tiene preocupado, es un dolor de estómago. No es fuerte, pero constante. Estoy pensando si ir o no a la clínica a revisarme. A ratos creo que si voy sería un poco paranoico.

Me decido por hablar con los del seguro. En pocos minutos, consiguen que una doctora hable conmigo vía Whatsapp. Me hace varias preguntas, y yo le respondo que no tengo otros síntomas además que dolor. A todo esto, no puedo evitar sentir que hacer una consulta médica por Whatsapp es la actividad más negligente en la que he participado.

Al final de la conversación, la doctora me dice que no tengo nada. Pero no le creo.

Mi «atención médica» por Whatsapp fue la doctora enviándome esta imagen y pidiéndome que dibuje dónde me duele

Al día siguiente voy caminando al hospital más cercano. Durante todo el trayecto me siento como la persona más exagerada del mundo. Nadie va al hospital por un dolor tan suave. Lo bueno, es que una vez que me hagan un examen, podré volver a mi vida tranquilo.

Me atiende un doctor pelado y con cara de villano ruso de las películas, que se niega a mirarme a los ojos. Además, no habla inglés. Me manda a hacer un ultra sonido, y ya con los resultados en mano, y con otro doctor que ayuda a traducir, me explican las malas noticias.

Apendicitis.

Mierda.

¿Puede ser peor? Sí.

Hablo con los del seguro, y me dicen que si bien ellos supuestamente cubren $75.000 dólares de operaciones por enfermedades graves, no protegen contra apendicitis. La operación sale $500.000 pesos chilenos, el equivalente a un mes de viaje.

No tengo tiempo ni para pensar, ni para decidir. Me llevan a hacer todos los exámenes necesarios, y en menos de una hora una pobre enfermera de avanzada edad me está afeitando las bolas y las piernas para poder operarme (totalmente innecesario). Y treinta minutos después de eso, me están operando mientras estoy dormido. Con suerte alcanzo a avisarle a mi familia, que obviamente están de infarto.

Despierto en la sala post operación. Desorientado. Asustado. Tengo un dolor terrible en el abdomen. A ratos pienso que se aprovecharon de mí y me sacaron un riñón. ¿Cómo puede ser que la operación del apéndice duela tanto? Seguramente habían hecho algo más.

Me llevan a mi pieza. Hay dos camas, pero estoy solo. Estoy tan cansado, que me paso todo el resto de la tarde durmiendo. Van 24 horas sin comer nada.

Yo post operación

Al día siguiente se pone más emocionante. Primero me dan un yoghurt luego de 37 horas sin comer. Luego, llega a mi pieza un armenio de 43 años, que tiene un problema en la rodilla y lo van a operar. Lo acompaña su señora. Son simpáticos, pero no hablan inglés.

Nuevamente paso la tarde solo, esperando a que vuelva mi compañero de pieza después de la operación. Levantarse de la cama para ir al baño es todo un desafío, y cada vez que camino con esa bata de operados siento que ya no tengo respeto por mí mismo. La enfermera que me trata viene poco y nada a verme, y cada vez que hace algo con jeringas me duele y me hace sangrar. Es tanto lo nervioso que me pone, que empiezo a desarrollar un miedo por las agujas (espero que con el tiempo se me pase).

Vuelve mi compañero, y nos pasamos el resto de la tarde haciéndonos compañía, pero sin hablar. Intentamos comunicarnos precariamente con las manos, y lo poco que logramos entender se aprecia mucho. Su señora se queda sentada en una silla que mira hacia mí, lo cual me pone nervioso, ya que estoy hecho un desastre.

Tipo 9 de la noche, me dan ganas de ir al baño. Hago el mismo movimiento de siempre para ponerme de pie, pero esta vez, no sé por qué, no logro pararme a la primera. En resumen, quedo con las piernas abiertas y al aire por al menos diez segundos, apuntándolas en dirección a la señora del armenio.

¿El problema?

Que no llevo calzoncillos.

La pobre mujer (y probablemente también el armenio) pasaron al menos diez segundos viéndolo todo. Tuvieron suficiente tiempo para analizar en detalle y medir al ojo cuál de mis dos testículos cuelga más bajo.

A duras penas logro pararme y me tapo de inmediato con la bata, pero sé que no hay vuelta atrás.

He perdido mi dignidad.

Entro al baño, y no paro de reírme. Siento un dolor terrible en el abdomen debido a la agitación. Trato de pensar en eventos tristes de mi pasado sólo para parar de reírme, pero no hay caso. Tengo miedo de que mis tripas exploten y me muera ahí, en el baño del hospital de armenia, de la risa.

Una vez calmado, vuelvo a la cama y me quedo dormido. No me atrevo a mirar a los otros dos debido a la vergüenza.

A la mañana siguiente despierto de un salto por un ruido demasiado fuerte. Fue como un escopetazo. Pero resulta no ser un escopetazo; es la flatulencia más potente de todos los tiempos. Miro hacia el lado intentando entender lo que está pasando, pero veo que mis compañeros habían puesto una sábana para taparse.

No hay mucho que adivinar. El armenio, a falta de poder caminar, se vio obligado a cagar en su propia cama.

Pobre tipo. Yo estoy mal, pero al menos puedo ir al baño en privado. Ni me imagino lo difícil que debe ser cagar en tu cama, con un desconocido en tu pieza y con tu señora ayudando a que te limpies el culo.
Y por cierto, ¿Hay otra demostración más grande de amor que limpiarle el culo a tu pareja?

El resto del día pasa volando. Me dan de alta, y preparo mis cosas para irme.

Antes de salir de mi pieza, me despido por última vez del armenio. Nos miramos a los ojos, y sonreímos.
Soy capaz de leerle la mente.
Hay más que amistad entre nosotros.
Existe un lazo extremadamente potente entre dos hombres que perdieron toda su dignidad en menos de un día.
Ya no hay nada que ocultar entre nosotros, literalmente.

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