Acá va uno de los mayores errores que veo en la gente que está viajando por primera vez: tratar de hacer demasiado.
Es más o menos así: acabas de renunciar a tu trabajo. Por primera vez tienes los ahorros y eres libre para viajar por el mundo entero. No eres capaz de controlar la excitación. ¡Tienes que hacerlo todo!
Tienes que ir a cada tour pagado, a cada museo, a cada lugar turístico, sin importar cuán aburrido te parezca.
Tienes que probarlo todo, sin importar qué tanta azúcar tiene esa baklava, o qué tan mal se veía el aceite con el que cocinaban en la calle.
Tienes que salir a un bar o una discotheque cada noche, a pesar de que te vez al espejo al día siguiente y pareces un zombie suplicando un poco de sueño.
Ya habrá tiempo de descanso cuando estés en un ataúd.
¿El resultado de este estilo de vida? Implosión. «Fundimiento hostálico».
Te sorprenderías la cantidad de gente fundida que he visto en hostales a lo largo de este viaje. Muchas veces están enfermos hace ya harto tiempo, pero otras veces están absolutamente fundidos. No hay nada que los traerá de vuelta. Ni siquiera un poco de descanso.
Parecen unas larvas, más que seres humanos. Cada vez que entras a la pieza del hostal, estas larvas están en su cama durmiendo o conectadas en el celular. En el mejor de los casos, están viendo una serie en Netflix. Es como si les hubieran quitado la energía vital.
Que no te pase que tu estadía en París consista en ver temporada tras otra de Friends en tu hostal. Preocúpate de mantener hábitos saludables y un ritmo de vida que te permita estar de buen humor y con energía todos los días para viajar por mucho tiempo.
Come sano. No es necesario probar cada una de las comidas de un país, si eso significa que caerás enfermo/a.
Toma harta agua.
Duerme ocho horas cada día.
Aprovecha tu nueva libertad para hacer una hora de ejercicio todos los días.
Y si no quieres ir a ese museo o ese paseo turístico, nadie te va a decir nada. Al final del día, es tu viaje.
¿Has visto la película «The secret life of Walter Mitty»?
Spoiler Alert!
Casi al final de la película, Walter está caminando perdido por una montaña en Afganistán, cuando por fin logra encontrar al legendario fotógrafo Sean O’Connell. Este último lleva días escondido detrás de una roca, intentando sacar una foto al leopardo de las nieves.
Justo al final de la conversación, Sean ve por primera vez al famoso leopardo. Pero no le saca una foto.
-¿Por qué no le sacas la foto?- pregunta Walter.
-A veces me gusta guardar estos momentos para mí. Sin distracciones.
El leopardo se esconde, y Walter y Sean se van a jugar fútbol con unos locales.
Acá va mi teoría sobre sacar fotos: existe una extraña relación entre qué tan memorable es un momento de nuestras vidas, y qué tantas fotos sacamos.
Para que se entienda, necesito explicarme en detalle.
Separemos qué tan memorable es un momento en nuestras vidas en tres niveles.
El primer nivel, es un momento aburrido y cotidiano. En este nivel, no sacas fotos ni videos, ya que no hay nada que quieras recordar. Nadie saca fotos para recordarse a sí mismo trabajando en el computador, o haciendo trámites, o limpiando el departamento, o en medio de un taco. Espero que no tengas una foto enmarcada de ti yendo al notario.
El segundo nivel, es un momento entretenido. En este nivel, sacas muchas fotos y videos. Quizás demasiadas. Tantas, que quizás nunca las revises. Esa vez que fuiste a un museo o a un concierto. Esa vez que conociste las pirámides de Egipto. Esa vez que fuiste al cumpleaños de un familiar o amigo/a.
Viendo estos dos niveles, podrías afirmar «La teoría es muy simple. Mientras más memorable un momento, más fotos sacas. ¿No es obvio?».
Acá es cuando se complica la teoría. Como dije, hay tres niveles.
El tercer nivel, es el nivel «Walter Mitty». Un momento extraordinario, transformacional. Un momento que te puso la piel de gallina. O que te hizo llorar de la risa. O que te dejó quieto como momia por el asombro. Tu propio leopardo de las nieves. Un momento, tan, pero tan emocional, que ni siquiera piensas en sacar una foto. Porque es un momento que no necesita foto o video para ser recordado. Porque quieres disfrutar cada segundo, sin distracciones. Puede ser un encuentro con alguien que estimas, o un lugar nuevo que conoces, o el momento en que completas el desafío más grande de tu vida. Hay muchas opciones.
¿A qué voy con todo esto?
Abre la galería de fotos de tu celular.
¿Está vacía? ¿Por qué no has sacado fotos? ¿Te vendría bien un cambio de rutina? ¿Algún momento memorable?
¿Está llena? ¿Son realmente momentos que quieres recordar, o sacaste esas fotos sin pensar?
¿Cuántos momentos «Walter Mitty» tuviste el último año? Recuerda: si tienes fotos de esos momentos, significa que no fueron suficientemente especiales.
Te deseo una galería de fotos vacía. Pero que no sea porque tu vida es aburrida. Que sea porque tu vida es extraordinaria. Tan extraordinaria, que no tienes tiempo para detenerte a sacar una foto o un video.
Mochila de trekking. Si hace calor y no vas a acampar, llevaría una de 60 litros. Si hace frío y/o vas a acampar, llevaría una de +80 litros.
Anteojos de sol
Gorro
Dos o tres poleras. Todas de color oscuro, al menos una de deporte. Dos puede ser muy poco. Tres se siente como mucho. Ideal que sean de tela que no agarra mal olor, como lana merino.
Un polerón que se seque rápido, idealmente oscuro.
Un cortaviento.
Dos o tres calzoncillos. Todos de color oscuro.
Un short de color oscuro. Mejor aún si es de deporte, y que se seque rápido para usarlo como traje de baño. Clave que tenga cierre en los bolsillos para que no te roben.
Un pantalón de trekking oscuro y con cierre en los bolsillos.
Dos o tres pares de calcetines, todos negros.
Dos pares de calzado. Combinaciones típicas son: zapatos de trekking+sandalias, zapatillas de trote+sandalias, zapatos de deporte+zapatillas de trekking. Ideal que el zapato sea Goretex, y que las suelas sean Vibram.
Un rollo de papel comfort.
Artículos de higiene personal: cepillo de dientes, pasta, desodorante, hilo dental, jabón, preservativos, etc. Yo no llevaría shampoo, se encuentra en todos lados.
Una botella de buena calidad (Nalgene es buena marca).
Una toalla de camping: son livianas y se secan rápido.
Crema para el sol.
Una mochila pequeña para pasear por el día.
Botiquín de primeros auxilios: asegúrate que tenga remedios para la diarrea del viajero (es lo más común), paracetamol, alcohol para limpiar heridas, y lo que sea que necesites según el país que visites.
Tapones para los oídos y antifaz para dormir (clave por si duermes en hostales!)
Si hace frío, agregar al listado anterior:
Gorro.
Buff
Pasamontañas.
Parca de plumas. Fijarse en el Fillpower (FP). Que sea 800 o cercano a eso.
Guantes.
Una primera capa de buena calidad para el tronco, y otra para las piernas. Idealmente 100% lana merino.
Otro par de calcetines para frío extremo.
Si vas a hacer trekking y acampar, agregar:
Una carpa tan liviana como sea posible. De las pocas cosas que vale la pena invertir para comprar material de buena calidad. Que tu carpa sea capaz de sostenerse de pie sin estacas (free standing tent en inglés). Por distintas razones, a veces es necesario acampar sobre pizos duros donde no se puede clavar una estaca. Importante también que el color sea oscuro (para que no te encuentren cuando hagas wildcamping) y que tenga una terraza donde dejar los bolsos.
Un saco de dormir tan pequeño como sea posible, pero que proteja contra el frío. Otra de las pocas cosas que vale la pena invertir. Lo importante es fijarse en la temperatura comfort, no en la extrema.
Aislante o colchón inflable. Lo importante es fijarse en el valor R, que te dice qué tanto a aísla del frío. Un buen valor R es sobre 4.
Cocinilla. Si vas a cualquier lugar del mundo mínimamente desarrollado, puedes ir con una cocinilla a gas. Si vas a África u otros países tercermundistas, conviene más una cocinilla a combustible (MSR es la típica).
Bastones de trekking
Una olla que tenga entre 1,5 y 2 litros de volumen. No es necesario sartén, ni tetera.
Una «pared» de aluminio para proteger el fuego del viento.
Linterna frontal
Un bowl o tupperware.
Una taza pequeña.
Un cuchillo de buena calidad y que se pueda guardar el filo (opinel es muy buena marca), un tenedor, y una cuchara.
Una esponja para lavar.
Otras cosas que llevo y que me parecen indispensables:
Un kindle con cientos de libros descargados.
Un filtro de agua Steripen, o una botella LifeStraw. Es caro, pero con el paso del tiempo recuperas lo invertido al no comprar agua. Y no aumentas tu basura.
Un diario para escribir, idealmente pequeño.
Una GoPro.
Si viajas en bicicleta, agregar:
La bicicleta. La elección varía mucho según tus gustos y lo que buscas. Personalmente me fijaría en lo siguiente: 1)Si el viaje es largo, idealmente que el marco y horquilla sea de acero. Es mejor elegir una bicicleta resistente en lugar de liviana. 2)Que el manubrio tenga varias opciones para cambiar la posición de las manos. 3)Que te permita poner tanto neumáticos delgados (ej: 700×35) como neumáticos anchos (ej: 700×45). 4)Que los componentes de reemplazo sean fáciles de encontrar en todo el mundo. Ej: la transmisión shimano es fácil de encontrar. 5)Que no sea tan cara, con tal de no llamar la atención y que no duela tanto si te la roban. 6)Que la transmisión sea 1×11, 1×12, 2×9, 2×10 o 2×11. 7)Que el sillín sea cómodo. Si te duele estar muchas horas sentado en el sillín, puedes ponerle un colchón.
Parrillas: se puede hacer el trabajo sólo con una parrilla trasera, pero todo tu peso estará detrás. Lo ideal es distribuir el peso por toda la bicicleta, y para eso se necesita parrilla delantera y trasera.
Alforjas: las alforjas más famosas de todas son las Ortlieb. Son caras, pero si las compras, la marca te ofrece 5 años de garantía.
Un bolsito de manubrio para tener celular y billetera a mano.
Unos neumáticos típicos que todo el mundo compra para no pinchar: Schwalbe marathon.
Un asiento típico para que no te duela tanto andar por varias horas: Brooks.
Botellas para llenar 4+ litros de agua.
Que tu cadena sea Shimano. Es fácil de encontrar repuesto.
Repuestos de bicicleta: un eslabón de cadena, piola de cambio, una cámara para la rueda
Para arreglar la bicicleta: lubricante seco para cadenas, multiherramienta, palillos para desmontar el neumático, parches para cámara, bencina y un cepillo de dientes para desengrasar la cadena, un bombín pequeño.
Si vas a un país tercermundista, agregaría: cadena de repuesto, otra cámara de repuesto, y una rueda de repuesto.
Casco.
Guantes de bicicleta.
Por último, agregaría una cosa que a ti te parezca indispensable para vivir. Hace el viaje más interesante. Agregas peso «innecesario», pero que para ti es necesario:
He visto a gente viajando con guitarra.
Gente viajando con trompeta.
Gente viajando con cuaderno para dibujar.
Gente viajando con tabla de surf.
Gente viajando con equipo de alta montaña.
Gente viajando con equipo de buceo.
Gente viajando con un dron.
Gente viajando con perro/s
En mi pasado, llevé todo lo necesario para jugar campeonatos de tenis. Otra vez llevé una pelota de futbol americano para entretenerme mientras hacía dedo. Actualmente, llevo un computador para escribir.
En mis viajes, tengo un presupuesto para gastar de $16.667 al día. $500.000 pesos mensuales. Eso incluye todos los gastos en comida, transporte, alojamiento, visas y seguros. No incluye los viajes de avión, ya que están en un presupuesto aparte para mantener más orden.
No me siento orgulloso por viajar barato, ya que conozco mucha gente que gasta menos que yo cuando viaja. Pero al menos sé que no estoy despilfarrando mis ahorros comprando cosas que no necesito ni me dan felicidad. El otro día Amazon me recomendó un libro bestseller llamado “¿Cómo viajar por $50 dólares al día?”, lo cual me pareció ridículo. Lo hacen ver como si $50 dólares al día fuera viajar barato. ¡Son $1.500 al mes!
Así que decidí escribir un artículo con recomendaciones que tengo para viajar por $16.667 pesos chilenos al día. Son técnicas simples que he ido aprendiendo con el tiempo.
Pero antes de empezar, es importante mencionar que considero un error intentar viajar lo más barato posible. Pueden surgir muchos problemas de ello, tales como:
1)Ahorrar se convierte en una obsesión. Los gastos se convierten en el tema de conversación más importante. 2)Si tu meta es ahorrar al máximo posible, tienes malos incentivos que tarde o temprano te terminan perjudicando. Por ejemplo: te lo pasas comiendo en puestos de comida de la calle porque son más baratos, y te terminas enfermando y pagando por gastos clínicos. O no pagas por un seguro de viaje, y cuando te pasa algo no tienes cobertura. 3)Por querer ahorrar uno tiende a no querer pagar por experiencias que son increíbles, y que al final te arrepientes de no haber pagado.
Entonces: que el objetivo sea viajar barato, pero a la vez con un mínimo de comodidad que necesitas para cuidar tu salud, sentirte seguro, y en general sentirte bien.Un nivel de gasto que te permita sentir libertad, y a la vez cierto nivel de despreocupación.
En mi caso, sé con seguridad que podría viajar por menos de $10.000 al día, pero probablemente terminaría fundido de cabeza y enfermo por comer tanta comida chatarra en la calle. $16.667 es el punto en el que me siento cómodo y libre.
Dicho esto, acá van las recomendaciones:
Tres reglas básicas de viajar barato:
Advertencia: estas tres reglas te parecerán obvias. Pero tengo que mencionarlas.
La regla número 1 de viajar barato es elegir un destino barato. Todos los tips que mencionaré más adelante sirven poco o nada si eliges Suiza para tu próximo viaje. Será difícil que mantengas un presupuesto de $16.667 al día en un país tan caro. La buena noticia, es que la gran mayoría del mundo es barato: Medio oriente (Irán, Kyrguistán, Uzbekistán, Turquía). África (sin contar los safaris). La gran mayoría de Asia (India, Pakistán, Nepal, Bangladesh, Vietnam, Myanmar son algunos de ellos). Europa del Este. Centro América. Y Gran parte de Sudamérica. Puedes pasar toda una vida viajando por países baratos, evitando esas regiones que cuestan un ojo de la cara (Oceanía, Japón, Europa, Estados Unidos, etc).
La regla número 2 es elegir países que están en temporada baja. Por lo general, todos los países tienen unos cuantos meses al año que son perfectos para visitar gracias al buen clima (temporada alta, lleno de turistas), unos cuantos meses en los que son imposibles de visitar (mucho calor, mucho frío, mucha lluvia), y uno o dos meses en los que ningún turista va, pero que tienen buen clima (y pocos turistas). Normalmente el tiempo perfecto es otoño y primavera, pero tienes que averiguar cada caso en internet.
La regla número 3 es anotar lo que gastas. No he visto a ningún otro viajero que haga esto aparte de mí, pero lo considero inmensamente útil. Si no lo haces, no tienes idea si te estás manteniendo o no dentro del presupuesto. Para anotar mis gastos utilizo la app TravelSpend. Una vez al día entro a la App en mi celular y anoto todos los gastos, separados por temática.
Alojamiento:
De ser posible, siempre dormir en carpa y sin pagar camping. A esto se le llama “wild camping”. Es fácil cuando tienes tu propio medio de transporte (bicicleta, moto, campervan), o cuando viajas a dedo. Es difícil cuando te mueves en bus o tren, ya que te dejan en ciudades. Y es todo un desafío acampar en ciudades.
Si vas a dormir en una ciudad, trata de usar Couchsurfing. Couchsurfing es una aplicación en donde te haces un perfil con fotos y una breve descripción, y la gente local ofrece alojarte gratis por el tiempo que necesites.
Otra opción de alojamiento barato: instituciones religiosas. Iglesias, mezquitas y templos en general. Son limpios y tienen baño. Y la gente es simpática (Ojo: por lo general te dejan dormir en una pieza aparte, no en el altar del templo).
Si no puedes dormir en carpa, aprovecha los hostales. Son baratos y muy entretenidos. Hostelworld y Booking son las dos mejores aplicaciones que conozco para reservar una cama. Airbnb de repente también tiene buenas ofertas.
Si le caes bien a un local y ofrece alojarte, es buena idea aceptar la invitación. Además de ser gratis, de ahí salen muchos de los mejores momentos de un viaje.
Si es que te mueves en bus o tren, compra tickets nocturnos. Duermes a lo largo del viaje, y te ahorras una noche de alojamiento en un hostal/hotel.
Aprovecha Workaway. Workaway es una app en la que te haces un perfil, pagas $40 dólares por una subscripción de un año, y tienes acceso a miles de oportunidades de trabajo a lo largo de todo el mundo. Trabajas unas cuantas horas al día a cambio de alojamiento y comida. Puedes darle la vuelta al mundo trabajando de esta forma. Gastas poquísimo.
Para terminar esta sección: aprovecha todas las otras oportunidades para viajar que son gratis y a la vez experiencias transformacionales: retiros de meditación, voluntariados, vivir en monaterios, etc.
Transporte:
Los medios de transporte más baratos son caminata, bicicleta, y moverse a dedo. Moto, campervan, bus y tren vienen después, con distintos pros y contras que hacen que no esté seguro cuál es más barato. Por último, avión.
Para comprar tickets de avión a bajo precio: mis dos aplicaciones favoritas son Kayak y Skyscanner. Si es que encuentro un ticket a buen precio en esas páginas, intento comprarlo directamente en la aerolínea (menos problemas burocráticos). No pago por asientos preferenciales, ni seguros, ni boletos flexibles, ya que termina saliendo carísimo. Si fuera tú, evitaría comprar tickets con mucha anticipación hasta que termine la pandemia. Es demasiada la incertidumbre, muy alta la probabilidad de tener que cancelar tu viaje y que no te devuelvan el pasaje.
Técnicas para que te lleven a dedo: Usa un cartel señalando a dónde vas. Preocúpate de estar limpio. Muestra tu cara: no uses gorros o anteojos. Provocas más confianza. Mira al conductor a los ojos y sonríe. Nunca hagas dedo de noche o lloviendo. Es muy difícil que alguien te lleve. Sal de la ciudad, y párate en una parte del camino en donde todos te puedan ver y sea fácil de parar. No te arrodilles suplicando para que te lleven. No funciona, y pierdes tu dignidad.
Si tienes que tomar un taxi para moverte por la ciudad, asegúrate de acordar el precio al principio del viaje. Así evitarás que te estafen.
Comida:
Aprovecha las cocinas de los hostales y tu cocinilla de camping para preparar tu comida. Es más barato y por lo general más sano.
Para comprar la comida: lo básico es preguntar a los locales cuál es el supermercado barato. Y lo mejor es comprar la comida en los mercados locales que se instalan en las calles ciertos días a la semana. Son lo más barato, y es muy entretenido.
¿Eres un dependiente del té o café? Prepáralo tú mismo, o cómpralo en bombas de bencina. Es mucho más barato.
Es importante destacar que no es buena idea cocinar siempre, ya que en ese caso no tienes la oportunidad de probar la comida local. Se recomienda mezclar cocinar con ir a restoranes baratos. Para elegir el restorán: 1)Elige un restorán que esté lleno de gente local comiendo. Son buenos y baratos. 2)Nunca entres a un restorán que no tiene los precios en el menú. Te pueden estafar. 3)También le puedes preguntar a los dueños del alojamiento en donde te estás quedando, o a gente en la calle. Muchas veces tienen buenas recomendaciones.
Comida callejera: rica y barata, pero muchas veces tóxica. Recomendaría comer en pequeñas porciones.
Y si alguien te invita a comer, acepta la invitación. Son las mejores comidas.
Excursiones y entretenimiento:
Evitar contratar tours con agencias turísticas. Casi siempre son experiencias caras y aburridas. El tour suele consistir en que te llevan en un auto a que te saques la foto típica junto a ese monumento/paisaje tan famoso. Y hay una gran chance que los de la agencia se aprovechen de ti cobrándote demás. Aparte, casi siempre puedes encontrar una alternativa a eso que quieres ver/hacer sin la necesidad de contratar tours.
Sin embargo, de vez en cuando te encuentras con un tour que es imperdible. Salto en bungee, parapente, buceo, etc. En ese caso, pregunta al dueño del hostal cuál es la mejor agencia para hacerlo, o averigua en un foro de internet/grupo de Facebook. Si crees que es demasiado caro, hazte dos preguntas: 1)¿Me arrepentiré si no lo hago? Si la respuesta es sí, deberías pagarlo. 2)¿Cuál es la probabilidad de que vuelva a este país cuando tenga más ahorros? Si la respuesta es «nunca volveré», deberías pagarlo.
Compras:
Evita comprar. No haces nada más que abultar la mochila. Pero si insistes en comprar, en la gran mayoría del mundo se espera que regatees. La estrategia básica cuando se regatea es preguntar el precio, ofrecer la mitad, y aceptar pagar cuando el vendedor te ofrezca el punto medio entre lo que él ofreció y lo que tú ofreciste. En mi caso, ofrezco un tercio del precio. Y si el tipo me dice que no, hago como que me voy. Terminamos acordando un precio más justo.
Si es que lo que quieres comprar es caro, visita tantas tiendas como puedas preguntando por los precios. Finalmente, vuelve a aquella que te ofreció el precio más barato.
Mira la cara del vendedor. Si te da mala espina, o si toma demasiado control de la situación, o si es muy insistente, no le compres.
Advertencia: recomendación sexista en contra de los hombres. Si hay dos tiendas iguales, con una mujer vendiendo en una y un hombre vendiendo en la otra, elige la tienda de la mujer. En mi experiencia, las mujeres son más justas con los precios. Si te dicen que la camisa vale $5, es porque vale $5. El hombre, en cambio, te dice que la camisa vale $15, y te la vende en $10. Y si no hay mujeres vendiendo, trata de comprarle a un anciano. Evitaría a toda costa comprarle a un hombre entre 20 y 50 años.
Por último: ¿Quieres hacer un trekking o paseo, pero no tienes el equipo necesario? Trata de arrendarlo o pedirlo prestado.
Comisiones y Tipo de cambio:
Nunca cambiar plata en un banco.
Averigua el tipo de cambio en internet para que no te estafen. Y cuenta los billetes cuando te los entreguen.
Muchas veces hay mercados negros con mejor tipo de cambio que las tiendas oficiales.
Hay algunas tarjetas de crédito que no cobran comisión por sacar plata del cajero automático o por comprar con ella. Puedes ahorrar mucho si consigues una de esas.
Otras técnicas que me ayudan a ahorrar:
Lavo mi ropa en el lavamanos del hostal. Y una vez cada cierto tiempo pago por un lavado decente. Nadie se da cuenta.
No compro SIM Cards. Me conecto a internet en hostales, cafés o restoranes.
No tomo, ni fumo, ni me drogo. Y muy de repente voy a bares/discos. Ahorro mucho por no festejar.
No tomo desayuno, porque hago ayuno intermitente.
Si estoy en un lugar turístico y un local se acerca a conversarme, asumo que es porque quiere venderme algo, y lo evito. Si estoy en un lugar no turístico y un local se acerca a conversarme, asumo que quiere conocerme o ayudarme, y converso con él. Casi siempre estoy en lo cierto.
Disclaimer: Hay un par de gastos que todavía no he sido capaz de solucionar.
1)Pagar por maletas en los viajes de avión. Sobre todo, cuando tengo que viajar con la bicicleta. Siempre me sale caro.
2)Pagar por un seguro de viaje decente. No he sido capaz de encontrar un seguro barato y que realmente me cubra. Cuando se trata de letras chicas estos tipos son unos expertos en estafar.
Eso es todo lo que sé sobre viajar barato. Espero que te sirva.
Hoy en día hay mucha obsesión por comprar lo mejor para viajar. La mejor bicicleta del año, la mejor campervan, la mejor mochila, la mejor cocinilla, la mejor chaqueta, etc.
Si fuera tú, evitaría a toda costa intentar comprar el mejor equipo. Surgen más problemas que beneficios cuando queremos comprar “lo mejor”. Algunos de ellos:
1)Es caro. Quedas con la constante duda de si pagaste por algo que valía la pena.
2)Si se te llega a echar a perder lo que compraste, te sentirás traicionado. Cuando compramos “el mejor equipo”, tendemos a pensar que nunca se echará a perder. La verdad es que tarde o temprano todo se rompe, sobre todo si viajas por harto tiempo y en contacto con la naturaleza.
3)Si te llegan a robar lo que compraste, te dolerá en el alma. Gastaste tanto dinero en esa cosa, que tienes un apego emocional que puede llegar a ser casi tóxico. El resultado es que estarás todo el tiempo paranoico, con miedo de que te roben.
4)Nunca estarás convencido de que compraste lo mejor. Pasarás un tiempo excesivo investigando en internet, tratando de decidirte por la bicicleta perfecta. Y cuando la compres, sentirás que elegiste la opción incorrecta.
Entonces, ¿Qué equipo comprar para viajar?
Lo mínimo y lo más barato que cumpla con lo que necesites.
Clave la parte de que sea barato, ya que no tiene sentido pagar de más. Y clave la parte de que el equipo “cumpla con lo que necesites”. Si no, tu viaje se convertirá en una preocupación excesiva por tus cosas materiales, y en una serie interminable de problemas que pudiste haber evitado fácilmente eligiendo mejor equipo.
Un ejemplo de esto sería la gente que viaja en Combi. Por querer viajar en un auto que se ve bien en fotos de Instagram, se les olvida que tiene décadas de antigüedad, y un motor que se echa a perder con cada lomo de toro. Además, con una Combi es muy difícil ir a la montaña, o meterse a una playa a acampar. Es un medio de transporte limitante.
Hay muchos beneficios de comprar “lo más barato que cumpla con lo que necesites”:
1)Mientras menos gastas en equipo, más ahorros tienes para viajar. Siempre conviene preferir buenos momentos por sobre cosas materiales.
2)Lo que compraste no debería fallar tan a menudo, ya que te aseguraste de que aún mantiene calidad. Pero si se llega a romper, no te sentirás tan traicionado comparado con si hubieras comprado “lo mejor”.
3)Si te llegan a robar el equipo, no es tan terrible. Tampoco gastaste tanto en él. Así que te puedes relajar, y no estar paranoico por tu bicicleta cada vez que entras a un restorán.
4)Ahorrarás ese tiempo que se requiere para encontrar el mejor equipo. Nuestra vida es inmensamente valiosa, ¡no perdamos el tiempo!
En general, tendrás menos preocupación por tus cosas. Y eso te permitirá dirigir tu atención a otras experiencias del viaje que son más valiosas: conocerte más a ti mismo, aprender de otras culturas, reflexionar, abrirte a nuevas experiencias, etc.
Durante mi viaje en bicicleta, he tenido la suerte de conocer a decenas de otros cicloturistas. Había mucha diferencia en cuánto gastaron y cómo eligieron su bicicleta. Acá van algunos casos:
Conocí a un estadounidense que viajaba en una bicicleta de 4000 dólares. Estaba todo el tiempo aterrado de que le robaran su tesoro. Y al final del día le dolía el culo tanto como a mí. Adoptó todos los problemas de comprar “lo mejor”.
Conocí a un belga con una bicicleta grandiosa y barata, pero que no era apta para ir por caminos de tierra. Eso significa que sólo podía pedalear por autopistas o caminos pavimentados, perdiéndose una de las mejores partes de viajar en bicicleta: cruzar caminos montañosos, menos transitados. No gastó ni mucho ni poco, pero no compró lo que necesitaba.
Conocí a un italiano que tenía una bicicleta del año 93. La compró a un precio bajísimo, pero tenía problemas técnicos todos los días. Su bicicleta era barata, pero no cumplía con lo que necesitaba.
Conocí a un francés que compró su bicicleta de segunda mano por 80 euros, y funcionaba perfecto. Cruzamos varias montañas juntos, y nunca tuvimos problemas. Casi nunca hablábamos de las bicicletas; preferíamos temas más profundos. Y nunca lo vi preocupado porque se la roben. Él le achuntó. Compró lo más barato que cumplía con lo que necesitaba.
Si puedes comprar equipo de segunda mano que funciona bien, mejor aún. Hace poco conocí a un ucraniano que compró por 500 euros una moto Honda del año 90 que funciona perfecto. No le falla nunca. Así como lo hizo él, puedes encontrar artículos extraordinarios de segunda mano a excelente precio en internet.
No compres lo mejor. Compra lo mínimo y lo más barato que necesites para viajar como quieras.
¿Has visto la trilogía Batman dirigida por Christopher Nolan?
Si la respuesta es sí, seguro recuerdas una escena de la primera película en la que Bruce Wayne va a un bar en un barrio peligroso a encarar a Falcone, el mafioso de la ciudad. Le termina saliendo todo mal. Falcone hace ver que Bruce es un pobre tipo que no sabe nada de la vida, y lo echa a patadas del bar.
A continuación, Bruce intercambia su chaqueta de millonario por el abrigo roto de un vagabundo, y se va corriendo al muelle de ciudad Gotham para subirse al primer barco de carga que encuentre.
¿Su nuevo objetivo? Salir a viajar para entender el mundo del crimen. Porque sólo así, con el conocimiento necesario que obtendría de encuentros cara a cara con los criminales, entendería cómo derrotarlos.
Bruce Wayne termina yéndose de Gotham por 8 años. Gran parte de ese tiempo se hace pasar por criminal, robándose a sí mismo mediante armamento de “Empresas Wayne” para no sentirse tan mal. Luego lo meten a la cárcel, donde sigue aprendiendo del mundo del crimen, y tiene una que otra pelea digna de recordar. Finalmente, la situación se les va de las manos y termina siendo parte de una secta ninja en las montañas del Himalaya. Nunca sabes a dónde puedes terminar cuando sales a viajar.
Cuando Bruce vuelve a Gotham, es otra persona. Sus viajes le dieron la experiencia necesaria para entender el mundo del crimen y así poder combatirlo. No pasa mucho tiempo entre que se instala en su mansión y que empieza a dar palizas disfrazado de murciélago. El resto es historia.
¿Existe algún problema del mundo que te gustaría ayudar a resolver? Sal a hacer un “Viaje Batman”. Sal a viajar por el mundo con el objetivo de entender ese problema que quieres resolver. Así, cuando vuelvas a tu hogar (si es que decides volver), tendrás mucho más de ese conocimiento necesario que se requiere para solucionar el problema.
¿Malnutrición infantil? ¿Pérdida de biodiversidad? ¿Desertificación? ¿Basura en los océanos? ¿Emisión de CO2 en la atmósfera? ¿Desigualdad? ¿Narcotráfico? ¿Guerra en el medio oriente? El mundo está lleno de problemas. Bien nos vendría la ayuda de alguien que entienda cómo resolverlos.
A través de tu “viaje Batman”, podrás ver con tus propios ojos el problema que te interesa ayudar a resolver. Te dejarás influenciar menos por noticias falsas que tratan de provocar ansiedad, ya que tú sabes mejor que los periodistas cómo es la situación en la realidad. Tú lo has vivido en carne propia.
A través de tu “viaje Batman”, podrás conocer a otras personas que también quieren ayudar a resolver el problema que a ti te interesa. Te enseñarán los desafíos que tienen que surgen en el día a día. Te enseñarán cuáles son los verdaderos obstáculos que tienen para resolver el problema. Probablemente serán distintos a los que tú creías. Te invitarán a ser parte de su mundo. No te darás cuenta, y serás parte de esa comunidad de justicieros que estabas buscando.
Vive por un tiempo en un campamento de refugiados. Enseña inglés en África. Inscríbete en una organización que ayude a limpiar el plástico en las playas. Sé parte de una organización que ayude a proteger el Amazonas. O trabaja un tiempo con los que talan los árboles, para entender al «enemigo». Quizás descubres que quienes destruyen la selva son gente intentando alimentar a su familia. Persigue barcos que pescan ilegalmente. O trabaja en uno de ellos, para entender cuáles son sus motivaciones.
Y no sólo puedes aprender a resolver problemas del mundo. También puedes aprender a resolver problemas internos. Por ejemplo, quizás no te sientes feliz. Puedes hacer un “Viaje Batman” para salir al mundo a entender qué se necesita para ser feliz. De hecho, uno de mis libros favoritos trata de un escritor que salió a viajar por el mundo para entender la felicidad.
Sal a hacer un “viaje Batman”. Entiende el problema a través de tu propia experiencia. Vuelve a tu país con el conocimiento que necesitabas. Contribuye al mundo con tu esfuerzo de una manera más efectiva.
Si hay algo que he aprendido en el tiempo que llevo viajando, es que la cultura influye muchísimo más de lo que pensaba en nuestras vidas. Tan así, que no que no somos capaces de notarla en el día a día. Como llevamos todas nuestras vidas dentro de la cultura que nos tocó, damos por hecho que cómo nos comportamos es lo «normal».
Es como esa historia de dos peces en el mar. Uno comenta «Uff, que está rica el agua hoy día», a lo que el otro responde «¿Agua?». El segundo pez, al llevar toda su vida nadando en el agua, ya no es capaz de notarla.
Considera lo siguiente: todo lo que piensas, todo lo que haces, todo lo que te gusta y todo lo que no te gusta en tu vida está mayoritariamente moldeado por dónde y cuándo naciste. Somos un producto de nuestra cultura.
La cultura influye en todos los aspectos de nuestras vidas. A continuación, mencionaré varios ejemplos que se me ocurrieron mientras caminaba por un bazaar en Irán:
Creencias religiosas: si naces en Chile, lo más probable es que seas católico. Si naces en Arabia Saudita, lo más probable es que seas musulmán. Es posible que nazcas en Chile y seas musulmán, o que nazcas en Arabia Saudita y seas católico. Pero es muy poco probable. ¿Alguna vez has visto a un chileno musulmán que, sin tener padres musulmanes, haya elegido esa religión? Tendemos a pensar que nosotros elegimos nuestra propia religión. Y en parte es cierto. Pero más cierto aún es que la cultura que nos tocó eligió la religión por nosotros.
Creencias políticas: según donde y cuándo naciste, puede que sea más probable que seas comunista, o de derecha, o de centro, etc.
Atracción sexual: ¿Naciste en Asia? Lo más probable es que te gusten las/os asiática/os. ¿Sudamérica? Latina/os. ¿África? africana/os. Siempre va a haber una que otra persona que se enamoró de alguien de otra raza. Pero es poco común.
Gustos de comida: ¿ese antojo que te da por una pizza? Es porque naciste en un país occidental. Si hubieses nacido en medio oriente tendrías antojo por Kebap.
Gustos musicales: ¿Cuál es la probabilidad de que te guste esa canción de Bad Bunny si naciste en China?
Tu hobby: ¿te apasiona el fútbol? Si hubieras nacido en India estarías llorando de emoción viendo un partido de cricket.
La ropa con la que te vistes: ¿crees que usar bluejeans con hoyos está de moda? Si naces en Qatar estarías feliz con tu túnica blanca.
La forma en que te comunicas verbal y corporalmente: cómo caminas, cómo mueves tu cabeza, los gestos faciales que usas, tu idioma, etc.
Las cosas que te hacen reir, enojar y llorar: quizás te parece que el humor de los alemanes es terrible, pero para ellos es suficiente como para llorar de la risa. O quizás las películas de bollywood te parecen una estupidez, pero para la otra mitad del mundo son los mejores dramas que se han hecho.
Lo que encuentras normal, o de mala educación, o asqueroso: quizás te parece mal fumar en lugares cerrados, pero en Irán no hay problema. O quizás te parece asqueroso escupir en la calle, pero en India nadie se inmuta.
Ese viaje que siempre quisiste hacer: lo creas o no, pero cada país tiene sus propios destinos a los que a la gente les encanta viajar. Para un israelí, su sueño es viajar a la patagonia. Para un ruso, nada mejor que ir a las playas de Turquía. Para un chileno…¿trabajar en Australia? ¿Recorrer el sudeste? ¿el sur de Chile?
Tu ideal de vida perfecta: la casa que siempre quisiste tener, el auto perfecto, cuántos hijos, cuántas horas pasar trabajando, cuándo retirarte, etc. Todo está dicho por la cultura desde antes que nacieras.
Hasta incluso qué tan alegre eres: hay países en donde no ves ninguna persona sonriendo, y otros en donde sonreír es la norma.
Me estoy alargando mucho. Pero piensa también cómo influye la cultura en las películas que te gustan, la carrera que elegiste estudiar, el trabajo que siempre quisiste tener, la forma en que mides el éxito, la forma en que están hechas las calles en tu barrio, la forma en que preparas el té/café, cómo está construida tu casa, tu visión de lo que es bueno y lo que es malo…etcétera!
Y se pone un poco mas complicado. Dentro de la cultura que te tocó según dónde y cuándo naciste, hay subculturas. Por ejemplo, dentro de la cultura chilena, está las subculturas de los que viven en el Norte, Centro y Sur, la subcultura de los que viven en la ciudad, campo y costa, y las subculturas de los de alta, media y baja sociedad. Estas subculturas son notoriamente distintas unas con otras, pero siguen siendo bastante mas parecidas entre ellas si las comparamos con las subculturas de un país al otro lado del mundo. Chilenos ricos y Chilenos pobres se parecen mucho más entre ellos que Chilenos ricos con Chinos ricos. Chilenos ricos con Chinos ricos son diametralmente distintos. No tienen nada en común más que plata, que además está en distintas monedas.
No entremos en tanto detalle. Mantengámonos reflexionando sobre la cultura. La cultura está en todo lo que haces y piensas. Es el lente que usas para observar el mundo. Es tu base para todas las decisiones que tomas.
Tendemos a pensar que somos seres originales, especiales. En la realidad, somos mucho menos auténticos de lo que creemos. Somos un producto de nuestra cultura. Lo sé, es una verdad difícil de aceptar. A mí también me encantaría decir que soy original, pero simplemente no es así. Quizás insistes en afirmar que eres distinto. Quizás tienes alguna o varias preferencias distintas a los que te rodean. Crees que eres alguien distinto porque te vistes como rapero gringo, o porque escuchas música de Etiopía, o porque comes Pad Thai todos los miércoles. Todos tenemos una, dos, tres, o hasta veinte cosas distintas cuando nos comparamos con la gente de a nuestro alrededor. Menos mal, porque si no, la vida sería aburridísima. Todos seríamos iguales. Tienes algunas características que te hacen diferente, pero siguen habiendo otras mil formas en las que la cultura controla tu vida sin que te des cuenta.
¿Pero por qué esto es relevante? ¿Qué importa que seamos un producto de nuestra cultura?
El gran problema es que la cultura que te tocó no solo trae consigo buenas prácticas, si no que también viene con aquellas prácticas que nos hacen mal.
Ejemplos: Para los iraníes es normal tomar tazas y tazas de té en la que la mitad del contenido es azúcar. Hasta incluso se echan un cubito de azúcar a la boca antes de cada sorbo. Para los turcos es normal pasar todo el día fumando. Toman poco alcohol, así que necesitan acentuar otro vicio. En India puedes tirar la basura en cualquier parte. El país entero es un basurero. En Japón hay clínicas terapéuticas para sanar a las personas de su adicción a las redes sociales. Pasan todo el día conectados. Si eres mujer y vives en países arábicos, hay una gran probabilidad de que te toque ponerte una Burka. Y nunca nadie podrá admirar tu belleza.
¿Y que hay de Chile? Problemas culturales tenemos de sobra. Uno de ellos es la tendencia a alimentarnos mal. Mucha azúcar, mucho pan, mucho alcohol, mucha comida chatarra. Eso nos lleva al problema de obesidad que tenemos hoy en día, y los efectos secundarios que surgen de ahí. Somos el sexto país en el ranking de obesidad infantil.
La cultura puede ser algo muy bueno, o convertirse en algo muy dañino. Debemos detenernos a pensar en cómo la podemos usar a nuestro favor. ¿Qué es lo que hacemos porque realmente nos gusta, y qué es lo que hacemos como resultado de nuestra cultura?
Mi propuesta es la siguiente: aprendamos a adoptar los buenas costumbres que tienen otras culturas, y al mismo tiempo aprendamos a eliminar las malas costumbres que tiene nuestra propia cultura. Como resultado, tendremos vidas diseñadas más a nuestra medida, un poco más auténticas. Si no hacemos esto, estamos limitando nuestras vidas a la «cultura default» que se nos dio cuando nacimos.
Para eso, diseñe un plan de tres pasos.
Paso 1: desculturizarse
Este paso se hace al inicio de cada viaje.
Es muy difícil aprender de otras culturas si no eres capaz de abandonar por un tiempo la tuya.
Para desculturizarse, es necesario cuestionar todo aquello que nos parece normal. Es necesario, también, asumir por un breve período que nuestra cultura tiene algo malo. Solo así, somos capaces de abrirnos al resto de las opciones que se nos presenta en el mundo.
A modo de ejercicio, actúa como si todo lo que fuera parte de tu cultura fuera algo malo. Ojo: es un ejercicio. No estoy diciendo que ese sea el caso. Asume que tu comida nacional es mucho peor que la comida que sirven en el país donde estás. Lo mismo con la vestimenta, música, creencias políticas, gestos corporales, y todo lo que mencioné en el listado al principio del artículo. Y quizás, si no lo consideras como algo grave, puedes abandonar por un tiempo tus prácticas religiosas, si es que las tienes. Por ejemplo, en el retiro Vipassana que hice en la India, se nos pidió que abandonemos durante diez días todo tipo de práctica religiosa. Sólo así uno le puede dar una oportunidad genuina al Vipassana.
¿Pero por qué es necesario viajar solo/a para desculturizarse? Cuando viajas con otra persona de tu propia cultura, tienes un refugio. En todo momento tienes la oportunidad de volver a tu cultura al hablar con ella. De esta forma, es imposible entrar por completo a esta nueva cultura que estás viviendo.
Viajar solo te da una oportunidad de entrar más en profundidad.
Paso 2: aprender de otras culturas
Una vez ya desculturizado, estás abierto para aprender de la cultura del país donde estás. Te empiezas a fijar en cada detalle: colores, sonidos, olores, edificaciones, modas, comportamiento de la gente, etc.
Poco a poco, empiezas a distinguir qué es lo bueno y lo malo de esta cultura que es tan distinta a la tuya. Quizás te gusta la comida India, pero no la comida. Quizás te encantaría ser tan hospitalario como los iraníes, pero no te gustaría tomar té con tanta azúcar. Quizás te encanta el vino de Georgia, pero no te gusta eso de sonreír poco.
Además, cuando viajas tienes la distancia y tiempo suficiente como para revisar qué es lo que te gusta de tu vida, y qué no. Quizás naciste en un país en donde se da por hecho que tienes que matarte trabajando hasta la jubilación. Pero ahora que llevas meses en un pueblo playero en Costa Rica, te das cuenta que hay otras alternativas menos exigentes y que te gustan más. Quizás naciste en un país en donde lo normal es juntarte a tomar con los amigos. Pero ahora que recorriste el medio oriente te das cuenta que también puedes juntarte a tomar té. Una alternativa más sana.
Paso 3: adoptar lo mejor de cada cultura, y eliminar lo malo de tu propia cultura
Se podría decir que los pasos 1 y 2 son un período de investigación. Absorbes como esponja toda la información que te da esa nueva cultura que visitaste. Aprendes qué es lo que te gustaría tener de esa cultura, y qué no.
El paso 3 consiste en aplicar en tu vida cotidiana todas esas prácticas que te gustan de otros países, y eliminar esas costumbres que ya no quieres tener.
¿El resultado? Una vida diseñada a tu medida.
Es imposible que podamos eliminar al 100% todo lo malo de nuestras culturas. Está demasiado inculcada en nosotros. Pero al menos podemos hacer el esfuerzo por cambiar una o dos cosas que nos molestan. Y mejorar nuestras vidas.
A lo largo de mis viajes he estado haciendo una lista de prácticas que me gustaría adoptar cuando vuelva a Chile, que se va agrandando con cada semana que pasa.
Acá van cinco de mis ejemplos favoritos:
1) Picknicks turcos: una de las prácticas que más me gustó cuando fui a Turquía son los picknicks a orillas del camino. Decenas de veces vi gente que encontraba un árbol que les gustaba a orillas del camino, instalaban sillas y mesas de camping, y se sentaban a tomar té y disfrutar de la vida. ¿Por qué tanto apuro en llegar al destino?
2)El relajo de los sureños: me encantaría aprender a vivir a paso tortuga como la gente del sur de Chile. Disfrutar de un mate y una buena conversación en la estufa. No hay por qué vivir apurado y estresado. Así como dice el famoso dicho patagónico, «El que se apura pierde su tiempo».
3)Consolar a tu rival perdedor cuando ganas un partido: en Francia tienen una costumbre que consiste en que, cuando ganas un partido de tenis, tienes que invitar a tu rival perdedor a tomar algo. El ganador paga para consolar al perdedor. Y nacen amistades.
4)Bailar como los iraníes: me fascina cómo bailan tanto hombres como mujeres en los matrimonios iraníes.
5)Baldes de agua para la ducha: en la India es muy común ver baldes de agua debajo de las duchas. Nunca pregunté para qué lo usaban, pero se me ocurrió que uno puede ducharse acumulando agua en el balde, y luego regar las plantas de un jardín con esa misma agua.
Sal a viajar solo. Desculturízate. Aprende a identificar lo bueno de otras culturas. Adopta las buenas prácticas, y elimina las malas.
Naciste. Ni te acuerdas, y te metieron al jardín. No tienes ni cinco años, y estás en prekinder. ¿Siete años? Ahora hay que entrar al colegio y cumplir con tus tareas. ¿Quince años? Ya estás en media. Tus notas cuentan para la universidad. Ahora si que tienes que estudiar. ¿Se acabó el colegio? Ahora hay que entrar a la universidad y seguir estudiando duro. ¿Terminaste la universidad? Ahora hay que conseguir un trabajo. Ya tienes trabajo. ¿Y ahora qué? Ahorra para tu futuro. Estudia un postgrado. Compra una casa. Cásate y cría a tus hijos. Muere habiendo formado una familia feliz.
Toda una vida cumpliendo con deberes, sin tiempo de descanso. Toda una vida teniendo que cumplir con algo o con alguien. Responsabilidades. Responsabilidades. Responsabilidades.
No estoy tratando de decir que las responsabilidades son malas. De hecho, creo que son buenas y necesarias.
Pero, ¿Nunca te ha dado curiosidad cómo se sentirá una vida sin responsabilidades?
¿Pasar un tiempo sin «tener que cumplir»?
Sal a viajar solo para experienciar una vida sin responsabilidades.
Pasa un tiempo sin trabajos ni estudios, gastando tus ahorros. Sin emails que contestar. Sin reuniones. Sin llamadas por hacer, o lo que sea que se te pida en tu trabajo. Quizás, mientras viajes, te darán ganas de hacer algo productivo. Quizás querrás escribir, o estudiar para aprender una habilidad nueva, o construir, o cosechar una huerta. Bienvenido sea, siempre que no tengas que hacerlo «por cumplir». Lo que sea que hagas, que sea por interés propio. Sabrás distinguir qué cosas haces porque realmente te interesan, y qué cosas haces por presión/subsistencia. Quizás descubres que tus mejores momentos de creatividad surgen cuando no hay nadie a quien cumplir. Quizás descubres que te hace bien tener responsabilidades laborales, pero menos que las que tenías antes. O quizás descubres que, sin responsabilidades, no tienes motivación para levantarte de la cama, y que es importante para ti tener que cumplir con algo o alguien. Y cuando vuelvas, estarás motivado a cumplir con lo que se te pida.
Pasa un tiempo en solitario, lejos de tu familia y amigos. Sin eventos a los que tienes que asistir. Sin gente a la que tienes que visitar o llamar. Quizás te das cuenta que eres feliz divagando por el mundo sin tener gente que te amarre. Quizás descubres que te gusta tener que cumplir con tus cercanos, pero no tanto como antes. Quizás decides, por ejemplo, que ya no estas dispuesto a asistir a bautizos, o baby showers, o lo que sea que no te guste. O quizás descubres que las responsabilidades con tu gente son lo más importante de tu vida. Y cuando vuelvas de tu viaje, las valorarás mucho más, ya que sabes cómo es no tenerlas.
Pasa un tiempo sin practicar tu hobby. Sin tener que entrenar, o pintar, o tocar un instrumento, o lo que sea que hagas por entretenimiento. Quizás descubres que te gusta pegarle a una pelota, pero que no tiene sentido hacerlo toda tu vida. Quizás descubres que tu equipo de la liga de los domingos no era tan importante como pensabas. Quizás descubres que hay más en tu vida que ver series cada noche antes de acostarte. O quizás descubres que ese hobby es aquello que le da sentido a tu vida. Y cuando vuelvas de tu viaje, pasarás más tiempo que antes disfrutándolo.
Pasa un tiempo lejos de tu territorio. Lejos de tu casa. Lejos de tu auto. Lejos de tu sociedad. Sin posesiones que cuidar, o trámites por hacer. Quizás descubres que no te hace sentido pasar tanto tiempo cuidando cosas que no te hace feliz. Y cuando vuelvas, venderás todo lo que no quieres mantener. O quizás descubres que te encanta cuidar tus cosas. Que te encanta mantener tu jardín, arreglar las cosas que se rompen, limpiar tu auto, y tener tus trámites al día. Y cuando vuelvas, disfrutarás de cumplir con todo ello.
Pasa un tiempo viajando solo antes de tener una relación amorosa. Y antes de tener hijos. Sin una pareja de la que te tengas que preocupar y llamar. Sin niños que dependan completamente de tí. Quizás descubres que te encanta estar solo, y ahora estás seguro que no quieres comprometerte, o formar una familia. Estás bien así. O quizás descubres que estar en una relación, o tener hijos, o ambas, es lo más importante en tu vida, y estás dispuesto a lo que sea para alcanzar eso que quieres.
Lo que sea que descubras viajando ayudará a mejorar tu vida.
A la vuelta de tu viaje serás capaz de distinguir cuáles responsabilidades quieres tener, y cuáles no.
Serás capaz de distinguir cuáles deberes estabas cumpliendo porque te dijeron que eran importantes, y cuáles son realmente importantes para tí.
No será como cuando entraste al colegio, en donde te dijeron que tenías que cumplir con ciertos deberes, y lo hiciste sin pensar.
Esta vez estarás tu a cargo.
Estarás diseñando una vida a tu medida.
Una vida extraordinaria.
Pasa un tiempo viajando solo, sin responsabilidades.
Si tu objetivo cuando viajas es convertirte en un «Travel Influencer», cómprate la mejor SIM Card que encuentres. Tendrás señal en todos lados, y así podrás subir fotos y videos a Instagram y TikTok donde sea que estés. Tendrás miles de seguidores y provocarás una envidia inmensa. No lo critico. Cada uno con lo suyo.
Viajar sin señal es una de las mejores oportunidades que puedes encontrar para pensar.
Tendrás horas y horas libres para reflexionar, sin distracciones que te impidan disfrutar del lugar donde estés. Te estarás dando una oportunidad de aprender a disfrutar el presente, sin la necesidad de responder mensajes, subir fotos a Instagram, o revisar tu mail.
Visitarás un parque o un lugar turístico, y no tendrás otra opción que disfrutar de tu entorno. Observar. Escuchar. Oler. Sentir. Aprender. Divagar.
Estarás en un restorán, y tendrás tiempo para pensar. Mientras todos alrededor tuyo ven noticias o videos en sus teléfonos, tú estarás cuestionándote las cosas que son importantes para ti. Te darán ganas de escribir en un diario todo lo que piensas, con tal de ordenar tu cabeza.
Cuando estés en la calle y quieras descansar, te sentarás en un banco, sin realizar ninguna acción en particular más que estar. Serás uno de los pocos que practican el extinto arte de no hacer nada. Dejarás que tu mente divague libremente. Quién sabe las ideas que tendrás.
De paso, si eres como yo y muchos otros, tendrás síntomas de abstinencia por no haber revisado tus mensajes en horas/días. Y eso es bueno, porque ahora tendrás presente que eres un adicto al celular, y es urgente hacer algo al respecto.
Además, puedes cubrir todas tus necesidades básicas sin tener señal.
Puedes descargar el idioma del país donde estés en Google traductor, y así no tendrás problemas comunicándote con la gente.
Puedes descargar un mapa offline de la región donde estés. Los de «Maps.me» son muy recomendados porque la app te permite crear rutas sin señal (para autos, bicicleta, trenes y caminata). Y los de Google Maps son un buen complemento, ya que tienen mejor información de hoteles y restoranes.
Puedes descargar guías turisticas en The Culture Trip, o lo que sea que necesites.
Y en el peor de los casos, puedes entrar a una cafetería a conectarte.
Viaja sin señal.
Para terminar, una pregunta:
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a pensar? Sin internet, sin gente, sin cosas que hacer, sin música, sin ningún tipo de distracción.
Hay gente que, ya en sus veinte, está segura de lo que quiere hacer con su vida.
Hay gente que tienen su vida laboral clara. Saben que quieren ser políticos. O doctores. O abogados. O paleontólogos. O emprendedores. O lo que sea que les guste.
Hay gente que sabe que quiere casarse y formar una familia lo antes posible.
Hay gente que sabe dónde quiere vivir y qué quieren hacer el resto de su vida.
Lo tienen todo planeado.
Pero también hay gente que, sea cual sea la edad, no tiene idea de lo que quiere.
Yo estoy en ese saco.
Sé que tengo algunos intereses. Me encanta escribir, viajar, hacer deporte, y varias otras cosas.
Sé que hay ciertos caminos que me gustaría probar. Por ejemplo, me gustaría vivir en el campo unos meses para ver si me gusta ese estilo de vida. Me gustaría, también, vivir en algún país nórdico para comprobar si son tan perfectos como dicen. Y me gustaría trabajar en alguna organización que ayude a mejorar la salud de las personas, o hacer del mundo un lugar más sostenible.
Pero si me preguntas si tengo un plan, o si tengo claro qué es lo que quiero hacer los próximos años, te respondo que no tengo idea.
No sé dónde quiero vivir, ni dónde quiero trabajar. No sé cuál es la mejor opción. Y es difícil saber si es lo mío es casarme, si todavía no conozco a la mujer correcta.
Si estás en el mismo grupo que yo, aceptar el primer trabajo que se nos presente es un error.
¿Qué pasa si esa oportunidad laboral es terrible? ¿Qué pasa si te lleva a un vacío existencial?
No te das ni cuenta, y han pasado cinco años. Te repites una y otra vez que realmente era tu pasión vender seguros, porque no hacerlo significa aceptar que has pasado cinco años haciendo algo que no te apasiona. No aguantarías tanto dolor.
Además de eso, estás pagando una hipoteca por un departamento pequeño y extraordinariamente caro, que ni siquiera está ubicado en un lugar que te gusta. Y lo peor, es que estás conviviendo con una pareja que no te convence, y que por más que te esfuerzas, no te imaginas pasando toda una vida con el/ella. Pero te da miedo estar solo/a.
Para los que no sabemos qué hacer con nuestras vidas, es importantísimo destinar un tiempo a explorar qué queremos. Sólo así tendremos una pequeña oportunidad de crear una vida a nuestra medida. Una vida en la que tenemos un mínimo de control. En la que no nos dejamos llevar por la primera oportunidad que apareció. Una vida extraordinaria.
Hagamos un cálculo a modo de ejemplo:
Supongamos que fuiste a la universidad, te atrasaste un poco, y te graduaste a los 25. Supongamos, además, que trabajarás hasta los 65. Eso significa 40 años de vida laboral. Supongamos, por último, que como no tienes idea de qué hacer, te das tres años para explorar tus intereses.
En esos tres años, haces precisamente lo que sea que te interese en cada momento.
¿Vivir en el campo? ¿Vivir en el extranjero? ¿Viajar por el mundo? ¿Dedicarte a un deporte? ¿Aprender a escribir, a pintar, a programar, o a tocar un instrumento? ¿Reinventarte estudiando algo completamente distinto a lo que aprendiste en la universidad? ¿Trabajar en una fundación? ¿Partir de cero y trabajar en algo nada que ver a lo que estudiaste?
Lo que sea que se te ocurra. Tres años de exploración.
Ojo: como puedes ver, en esos tres años no te quedas sentado en un sillón sin hacer nada. Vives con más intensidad que nunca, explorando aquello que te interesa. Estarás constantemente fuera de tu zona de comfort.
Tres años suena como muchísimo tiempo. Nunca he escuchado a alguien decir que se dio tres años para decidir qué hacer con su vida. En el mundo en que vivimos, es impensable.
Pero si vemos el panorama completo, tres años no es tanto. En cuarenta años de vida laboral, tres años es el 7,5% del total del tiempo. Es el equivalente a pasar 10 minutos decidiendo qué película de dos horas ver en Netflix.
Tres años que te pueden ahorrar 37 de trabajar en algo que no te gusta, o vivir en un lugar que no te gusta, o juntarte con gente que no te gusta.
Tres años que te pueden ayudar a encontrar ese trabajo que te gusta. Un trabajo tan apasionante, que llegado a los 65 ni siquiera piensas en retirarte.
Tres años que te pueden ayudar a encontrar el lugar donde quieres vivir, o la gente con la que te quieres juntar.
Tres años necesarios para volverte extraordinario en ese pasatiempo que tanto te gusta. Tan así, que la gente te paga por hacerlo.
Tres años en los que aparecen oportunidades increíbles, que ni siquiera sabías que estabas buscando. Quién sabe. Quizás siempre has querido vivir en una ciudad, pero en esos tres años descubres que te gusta mucho más vivir en la montaña, o en un pueblo playero.
Tres años que pueden no llevarte a nada. Pero al menos sabrás que lo intentaste.
Y si eres más extremo aún, y ni siquiera sabes qué es lo que te interesaría probar, te tengo una propuesta.
Sal a viajar solo.
Viajar es un comodín. Nunca vas a escuchar a alguien diciéndote que viajar es malo.
Viajar solo te dará el tiempo y espacio para descubrir qué es lo que te gusta de tu vida cotidiana, y qué no. Te dará la oportunidad de explorar distintos trabajos en distintas partes del mundo.
Viajar solo te dará tiempo para volverte extraordinario en ese hobby que empezaste hace poco. Te permitirá, también, probar si prefieres vivir en ciudades, o pueblos, o campo, o montaña, etc.
Viajar solo te permitirá explorar qué quieres hacer con tu vida.
Para terminar, es importante aclarar una duda que puede estar pasando por tu cabeza. Sé que esto de los tres años puede ser polémico.
¿Y qué pasa si no tengo plata para viajar? ¿Qué pasa si tengo deudas por pagar?
Quizás no tengas la opción de darte ese tiempo de exploración que estoy hablando. Quizás no tienes los ahorros, o hasta incluso tienes deudas.
En ese caso, ¿Por qué no pensar en alternativas?
Cualquier alternativa que encuentres, por más pequeña que sea, será mejor que resignarte a una vida que no te apasiona.
En vez de darte tres años, puedes darte dos. O uno. O seis meses. ¡O un mes! Cualquier tiempo que te des es mejor que nada. Nunca subestimemos lo útil que puede ser sentarse por una tarde a pensar qué es lo que queremos.
En vez de despilfarrar ahorros viajando, puedes salir a viajar de Workaway en workaway. Tengo un amigo que sobrevivió toda la pandemia de esa forma. Llegó a tener seis euros en su cuenta bancaria, y aún así siguió. Tuvo quién sabe cuántos trabajos, y ni me imagino todas las habilidades que aprendió.
También puedes salir a viajar de la forma más barata posible: por países subdesarrollados, con bicicleta y una carpa.
O en vez de viajar por el mundo, puedes salir a viajar por tu país. Lo bueno de esta opción, es que es barato y hablarás el mismo idioma con la gente.
En cuanto a trabajos, puedes buscar un trabajo part time que te permita pagar los gastos básicos, y que a la vez te dará el tiempo necesario para explorar lo que quieres. Si es necesario arrendar una pieza pequeña que tenga un colchón en el piso, adelante.
Puedes aprender a ganar un sueldo online, para viajar por el mundo con libertad. No pierdes nada con buscar en Google o Youtube: «¿Cómo ganar dinero online?»
O puedes trabajar full time por un tiempo ahorrando tanto como puedas, teniendo en cuenta que el objetivo son esos tres años. Lo difícil, en este caso, será tener el valor de renunciar. Sobre todo si te pagan bien.
Al momento que escribo esto, tengo una rara sensación de que estoy dejando alternativas de lado. No tengo tanta imaginación.
A lo que voy, es que no nos cerremos a buscar alternativas.
Viaja solo para descubrir qué quieres hacer con tu vida.