Imagínate lo libre que seríamos si no dependiéramos tanto de cosas materiales.
Imagínate lo libre que seríamos si no destináramos nuestro valioso tiempo a trabajar para comprar esas cosas que terminan descuidadas, abandonadas o guardadas en un baúl.
No sé si es necesario decirlo, pero está más que claro que cada uno de nosotros necesita de ciertas posesiones para vivir bien.
Además de lo básico, como un poco de ropa para no andar en pelota por la vida, todos tenemos un listado de cosas imprescindibles para estar cómodos.
Por ejemplo, mi vida se vería drásticamente afectada si no tuviera mi bicicleta para moverme con libertad, o mi teléfono para resolver problemas básicos.
El problema está en cuando pasamos ese mínimo de cosas para vivir bien, y empezamos a comprar y comprar sin control. ¿Te ha pasado?
Nos volvemos adictos a tener la última tecnología.
A comprar la ropa que está de moda, y que en pocos meses nadie usará. Tener ese auto nuevo, que pierde 30% de su valor apenas sale de la tienda. Ese sillón ridículamente caro y que se ve bien en tu living, pero que nunca usas para sentarte.
No nos damos ni cuenta, y nuestras vidas gira en torno a nuestras cosas.
Nuestras conversaciones con amigos y familia son acerca de cosas que quieres comprar, o cosas que ya compraste y necesitas arreglar, o recomendaciones de cosas.
Gran parte de nuestro tiempo libre va dirigido a mantener o arreglar posesiones que se van desgastando con el tiempo.
Lo que ganamos gracias a nuestro trabajo va directamente a pagar esa tele o ese auto por el cual nos endeudamos.
Si nos roban algo, tenemos ganas de morir. Nos sentimos violados. Nos han quitado parte de nuestra identidad.
Y lo peor de todo: empezamos a creer que el único camino para estar satisfechos con nuestras vidas es a través de tener todas las cosas que deseamos.
El gran problema está en que el ser humano se acostumbra a todo.
No importa qué tan genial sea el Iphone 28. Si lo compras, a los pocos días te acostumbrarás a él. Será tu nuevo estándar de cómo debe ser un teléfono. Y desde ahora en adelante, cada celular que uses tiene que ser al menos tan bueno como ese Iphone. De otro modo, serás infeliz.
Te has convertido en un ser dependiente de esta nueva comodidad.
Yo me pregunto,
¿Cuántas veces nos tienen que decir que el dinero y las posesiones materiales no nos harán felices, para que dejemos de obsesionarnos por ellas?
Se han realizado estudios que demuestran que, una vez que ya tienes un mínimo de ingresos para satisfacer necesidades básicas (alimentos, educación para tus hijos, cobertura de salud, etc), ganar más en tu trabajo o tener más cosas no te hará más feliz.
¿Por qué no elegir un camino distinto?
Un camino minimalista, de sencillez material.
Un camino en el que hacemos un esfuerzo por vivir frugalmente. En el que hacemos un listado de lo mínimo que necesitamos, y nos mantenemos a él.
Un camino en el que somos libres de lo material. Y cuando digo libre, me refiero a libertad de deseo. Ni siquiera piensas un segundo en un auto nuevo, o una casa, o ropa de moda, o lo que sea. Porque sabes que hay asuntos más importantes en los que pensar y destinar tu tiempo.
Hay muchos beneficios de tener un estilo de vida minimalista. Mencionaré dos:
El primero, es que vivir con lo mínimo te da libertad financiera. Y libertad financiera te ayuda a ser libre en todo lo demás.
Querámoslo o no, a todos nos afecta el dinero. Es la fuerza que mueve al mundo. No tiene sentido tener una actitud de rechazo frente a él.
Lo único que podemos hacer, es tomar medidas para que el dinero no nos gobierne a nosotros.
La explicación es muy simple. Tu libertad financiera es igual a la diferencia entre lo que ganas y lo que gastas. En otras palabras, tu libertad financiera equivale a tu nivel de ahorros (que idealmente deberían estar invertidos correctamente).
Mientras más dinero ganes y menos gastes, tendrás más ahorros, y por lo tanto, tendrás más libertad financiera.
Como podrás ver, vivir con poco se enfoca en la parte de «gastar menos» de la fórmula. Al no endeudarte o comprar cosas que no necesitas, tus únicos gastos van dirigidos a cubrir las necesidades básicas. Todo lo demás que ganas se ahorra.
Si tienes un sueldo mensual de $5.000.000, y gastas esos $5.000.000 entre la hipoteca, tu auto y lujos innecesarios, no tienes libertad financiera. Estás viviendo al límite. Si dejas de ganar ese sueldo por un mes, estás en problemas. Perderás todas tus cosas.
Por otro lado, si tienes un sueldo mensual de $600.000, y eres capaz de vivir por $300.000, vas en buen camino para tener libertad financiera. Como ahorras la mitad de lo que ganas, por cada mes que pasa estás asegurando un mes de vida sin problemas, en el caso que pierdas tu trabajo.
No midas tu libertad financiera según cuánto tienes. Mídela según cuántos meses eres capaz de sobrevivir si dejas de trabajar.
Imagínate la libertad que te daría tener ahorros para sobrevivir seis meses.
¿Odias tu trabajo? Puedes elegir renunciar. Tendrás seis meses para encontrar otro más a tu medida.
¿Te gustaría reinventarte? Puedes darte seis meses para estudiar algo que siempre habías querido aprender, y empezar una nueva carrera profesional.
¿Necesitas un cambio? Puedes salir a viajar y tener una experiencia transformacional.
¿Problemas de salud? Puedes tratarte como corresponde.
Toda esa libertad surge de tu nivel de ahorros. De esa plata que elegiste guardar, en vez de gastar compulsivamente.
El segundo beneficio, es que vivir con poco te libera para enfocarte en lo que realmente es importante.
No destinas tiempo o atención a mantener cosas que ya tienes. Revisiones técnicas. Arreglos de la casa.
Tu tiempo de trabajo no va dirigido a pagar deudas, o comprar cosas innecesarias. Cada minuto de oficina va dirigido a aumentar tus ahorros, lo cual te hará más libre.
No estás dispuesto a destinar un solo minuto a hablar de cosas materiales con otras personas. Porque sabes lo valiosa que es tu vida.
Y por último, no deseas ni eres dependiente de nada.
¿No tienes un auto bonito? Bien, ni siquiera lo querías.
¿Te robaron la bicicleta? No importa, no estabas apegada emocionalmente a ella. Y tienes ahorros para comprar otra, ya que vives frugalmente.
Todo lo mencionado anteriormente te da tiempo y libertad en tu mente. Ahora puedes enfocarte en experiencias que enriquecen tu vida.
Pasar tiempo con tu familia y amigos.
Cuidar tu salud: hacer deporte, meditar, dormir, comer sano, etc.
Sentarte a pensar.
Salir a viajar.
Pasar tiempo haciendo el hobby que tanto te gusta.
Por suerte, vivir con poco es una habilidad que se puede aprender.
Es entrenable.
Hay varias técnicas y ejercicios que podemos usar para acostumbranos a estar bien con poco. Te comparto alguna de mis favoritas:
Medir tus compras según horas de trabajo:
Supongamos que trabajas de 9 am a 6 pm. Nueve horas al día. 45 horas a la semana. 180 horas al mes.
Supongamos, también, que tienes un sueldo de $600.000 al mes.
Por cada hora que trabajas, ganas 600.000/180=$3.333.
¿Esa camisa que te encantó y que vale $25.000? Son 7,5 horas de trabajo. Casi una jornada laboral completa. ¡Un día de tu vida que jamás podrás recuperar!
¿Se te ocurrió comprar el Iphone nuevo por $1.000.000? Sin cuotas, son 300 horas de trabajo. 33 jornadas laborales completas. Con cuotas, mucho más.
¿Quieres comprar un auto de $5.000.000 para manejar al trabajo? Sin considerar que te va salir más de 5 millones debido al interés de las cuotas, ni el pago de la patente, ni el seguro, ni el gasto en bencina, estarás trabajando 166 días sólo para tener un medio de transporte a ese trabajo. Casi la mitad del año.
Cuando mides el valor de tus compras según horas de trabajo, empiezas a ser más frugal.
Te das cuenta que no necesitas esa camisa.
Te das cuenta que prefieres ir al trabajo en bicicleta.
Sé lo que estás pensando: «El cálculo está mal. A los dos años puedo vender mi auto de $5.000.000 por $4.000.000, y sólo habré gastado $1.000.000. Puedo ir a viajar con la reventa del auto».
Primero, no dejemos de lado todos los otros gastos que conlleva un auto: seguros, impuestos, arreglos y bencina.
Segundo, ¿qué es lo que harás con los $4.000.000 que ahora tienes? Usarás esa plata y parte de tus ahorros para comprarte un auto mejor, porque eres dependiente de esta comodidad.
¿Te imaginas lo doloroso que sería decidir que ya no necesitas un auto para estar bien? Sólo unos pocos logran hacer un cambio así.
Pero más que tratar de complicar el cálculo, lo importante es saber cuánto vale una hora de nuestro trabajo, con tal de saber cuánto tiempo gastamos en comprar cosas.
Medir tus compras según días de viaje que te estás perdiendo:
Esta técnica es para los amantes del viaje.
Supongamos que tu presupuesto para cada viaje que haces es de $15.000 pesos al día.
Siguiendo los ejemplos anteriores, una camisa de $25.000 equivale a 1,6 días de viaje.
Un auto de $5.000.000 son 333 días de viaje.
¿Te gusta comprar un café de $2.000 en el Starbucks todos los días? Son $730.000 al año, 1 mes y 18 días de viaje.
¿Te gusta ir a la disco todas las semanas y gastar $20.000 entre Uber, entrada, trago y bajón? Son $1.040.000 al año. Dos meses y nueve días de viaje.
El desafío de las 33 prendas
Simple, pero difícil. El desafío de las 33 prendas consiste en dejar en tu clóset sólo 33 prendas. Eso incluye toda tu ropa para todas las ocasiones, y zapatos.
Con el paso del tiempo te darás cuenta que no necesitabas todos esos pares de zapatos.
En mi caso, lo que hice fue dejar 33 prendas en mi closet, y guardar el resto en dos bolsas de basura. Una tenía ropa para regalar, y la otra era ropa que me gustaba y quería volver a usar más adelante.
Adivina cuál bolsa regalé.
Pensar dos veces antes de comprar algo
¿Viste algo en internet que te interesó?
En lugar de hacer una compra compulsiva, espera uno o dos días. Trata de imaginarte a tí mismo/a con esa cosa en tus manos. Recuerda que, sea lo que sea que compres, con el paso del tiempo te acostumbrarás.
Quizás te darás cuenta que en verdad no necesitas hacer la compra.
Un par de preguntas útiles antes de hacer una compra:
¿Me ayudará a cubrir necesidades básicas?
¿Me ayudará a tener buenas experiencias o crecer como persona?
¿Me ayudará a ser parte de una comunidad en la que quiero estar?
¿Lo usaré seguidamente? Si no es así, ¿puedo arrendarlo o pedirlo prestado?
Que no te pase que tengas un kayak lleno de telarañas en tu jardín.
Por último, el mejor ejercicio de todos:
Sal a viajar con carpa, saco de dormir y mochila.
Lo ideal es hacer una caminata de varios días en la naturaleza, o recorrer un país tercermundista. O ambas juntas.
Caminar por varios días en la naturaleza te obliga a viajar liviano. De otro modo, tu mochila es una cruz a cargar. Con el paso de los días podrás apreciar lo libre que te sientes al tener tan pocas cosas y aun así estar bien.
Viajar en un país tercermundista te abre los ojos. Conoces gente en el campo que vive con poco y nada, pero aun así se les ve inmensamente felices. Te hace preguntarte si una sociedad en la que tenemos todo lo que queremos es la respuesta que estábamos buscando para ser felices.
Entrenémonos para vivir bien con poco, voluntariamente.
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