Viaja para aprender a vivir bien con poco

Imagínate lo libre que seríamos si no dependiéramos tanto de cosas materiales.

Imagínate lo libre que seríamos si no destináramos nuestro valioso tiempo a trabajar para comprar esas cosas que terminan descuidadas, abandonadas o guardadas en un baúl.

No sé si es necesario decirlo, pero está más que claro que cada uno de nosotros necesita de ciertas posesiones para vivir bien.
Además de lo básico, como un poco de ropa para no andar en pelota por la vida, todos tenemos un listado de cosas imprescindibles para estar cómodos.
Por ejemplo, mi vida se vería drásticamente afectada si no tuviera mi bicicleta para moverme con libertad, o mi teléfono para resolver problemas básicos.

El problema está en cuando pasamos ese mínimo de cosas para vivir bien, y empezamos a comprar y comprar sin control. ¿Te ha pasado?

Nos volvemos adictos a tener la última tecnología.
A comprar la ropa que está de moda, y que en pocos meses nadie usará. Tener ese auto nuevo, que pierde 30% de su valor apenas sale de la tienda. Ese sillón ridículamente caro y que se ve bien en tu living, pero que nunca usas para sentarte.

The Simple Life': How Clever Viewers Figured Out the Dairy Farm Episode Was  Fake

No nos damos ni cuenta, y nuestras vidas gira en torno a nuestras cosas.

Nuestras conversaciones con amigos y familia son acerca de cosas que quieres comprar, o cosas que ya compraste y necesitas arreglar, o recomendaciones de cosas.

Gran parte de nuestro tiempo libre va dirigido a mantener o arreglar posesiones que se van desgastando con el tiempo.

Lo que ganamos gracias a nuestro trabajo va directamente a pagar esa tele o ese auto por el cual nos endeudamos.

Si nos roban algo, tenemos ganas de morir. Nos sentimos violados. Nos han quitado parte de nuestra identidad.

Y lo peor de todo: empezamos a creer que el único camino para estar satisfechos con nuestras vidas es a través de tener todas las cosas que deseamos.

Floyd Mayweather Lies in Bed With Giant Amount of Cash—See Pic! - E! Online

El gran problema está en que el ser humano se acostumbra a todo.
No importa qué tan genial sea el Iphone 28. Si lo compras, a los pocos días te acostumbrarás a él. Será tu nuevo estándar de cómo debe ser un teléfono. Y desde ahora en adelante, cada celular que uses tiene que ser al menos tan bueno como ese Iphone. De otro modo, serás infeliz.
Te has convertido en un ser dependiente de esta nueva comodidad.

Yo me pregunto,
¿Cuántas veces nos tienen que decir que el dinero y las posesiones materiales no nos harán felices, para que dejemos de obsesionarnos por ellas?

Se han realizado estudios que demuestran que, una vez que ya tienes un mínimo de ingresos para satisfacer necesidades básicas (alimentos, educación para tus hijos, cobertura de salud, etc), ganar más en tu trabajo o tener más cosas no te hará más feliz.

The Rat Race' by Sanketh on Dribbble

¿Por qué no elegir un camino distinto?

Un camino minimalista, de sencillez material.

Un camino en el que hacemos un esfuerzo por vivir frugalmente. En el que hacemos un listado de lo mínimo que necesitamos, y nos mantenemos a él.

Un camino en el que somos libres de lo material. Y cuando digo libre, me refiero a libertad de deseo. Ni siquiera piensas un segundo en un auto nuevo, o una casa, o ropa de moda, o lo que sea. Porque sabes que hay asuntos más importantes en los que pensar y destinar tu tiempo.

Hay muchos beneficios de tener un estilo de vida minimalista. Mencionaré dos:

El primero, es que vivir con lo mínimo te da libertad financiera. Y libertad financiera te ayuda a ser libre en todo lo demás.

Querámoslo o no, a todos nos afecta el dinero. Es la fuerza que mueve al mundo. No tiene sentido tener una actitud de rechazo frente a él.

Lo único que podemos hacer, es tomar medidas para que el dinero no nos gobierne a nosotros.

La explicación es muy simple. Tu libertad financiera es igual a la diferencia entre lo que ganas y lo que gastas. En otras palabras, tu libertad financiera equivale a tu nivel de ahorros (que idealmente deberían estar invertidos correctamente).

Mientras más dinero ganes y menos gastes, tendrás más ahorros, y por lo tanto, tendrás más libertad financiera.

Como podrás ver, vivir con poco se enfoca en la parte de «gastar menos» de la fórmula. Al no endeudarte o comprar cosas que no necesitas, tus únicos gastos van dirigidos a cubrir las necesidades básicas. Todo lo demás que ganas se ahorra.

Si tienes un sueldo mensual de $5.000.000, y gastas esos $5.000.000 entre la hipoteca, tu auto y lujos innecesarios, no tienes libertad financiera. Estás viviendo al límite. Si dejas de ganar ese sueldo por un mes, estás en problemas. Perderás todas tus cosas.

Por otro lado, si tienes un sueldo mensual de $600.000, y eres capaz de vivir por $300.000, vas en buen camino para tener libertad financiera. Como ahorras la mitad de lo que ganas, por cada mes que pasa estás asegurando un mes de vida sin problemas, en el caso que pierdas tu trabajo.

No midas tu libertad financiera según cuánto tienes. Mídela según cuántos meses eres capaz de sobrevivir si dejas de trabajar.

Imagínate la libertad que te daría tener ahorros para sobrevivir seis meses.

¿Odias tu trabajo? Puedes elegir renunciar. Tendrás seis meses para encontrar otro más a tu medida.
¿Te gustaría reinventarte? Puedes darte seis meses para estudiar algo que siempre habías querido aprender, y empezar una nueva carrera profesional.
¿Necesitas un cambio? Puedes salir a viajar y tener una experiencia transformacional.
¿Problemas de salud? Puedes tratarte como corresponde.

Toda esa libertad surge de tu nivel de ahorros. De esa plata que elegiste guardar, en vez de gastar compulsivamente.

El segundo beneficio, es que vivir con poco te libera para enfocarte en lo que realmente es importante.

No destinas tiempo o atención a mantener cosas que ya tienes. Revisiones técnicas. Arreglos de la casa.
Tu tiempo de trabajo no va dirigido a pagar deudas, o comprar cosas innecesarias. Cada minuto de oficina va dirigido a aumentar tus ahorros, lo cual te hará más libre.
No estás dispuesto a destinar un solo minuto a hablar de cosas materiales con otras personas. Porque sabes lo valiosa que es tu vida.

Y por último, no deseas ni eres dependiente de nada.
¿No tienes un auto bonito? Bien, ni siquiera lo querías.
¿Te robaron la bicicleta? No importa, no estabas apegada emocionalmente a ella. Y tienes ahorros para comprar otra, ya que vives frugalmente.

Todo lo mencionado anteriormente te da tiempo y libertad en tu mente. Ahora puedes enfocarte en experiencias que enriquecen tu vida.
Pasar tiempo con tu familia y amigos.
Cuidar tu salud: hacer deporte, meditar, dormir, comer sano, etc.
Sentarte a pensar.
Salir a viajar.
Pasar tiempo haciendo el hobby que tanto te gusta.

Por suerte, vivir con poco es una habilidad que se puede aprender.

Es entrenable.

Hay varias técnicas y ejercicios que podemos usar para acostumbranos a estar bien con poco. Te comparto alguna de mis favoritas:

Medir tus compras según horas de trabajo:

Supongamos que trabajas de 9 am a 6 pm. Nueve horas al día. 45 horas a la semana. 180 horas al mes.
Supongamos, también, que tienes un sueldo de $600.000 al mes.
Por cada hora que trabajas, ganas 600.000/180=$3.333.

¿Esa camisa que te encantó y que vale $25.000? Son 7,5 horas de trabajo. Casi una jornada laboral completa. ¡Un día de tu vida que jamás podrás recuperar!

¿Se te ocurrió comprar el Iphone nuevo por $1.000.000? Sin cuotas, son 300 horas de trabajo. 33 jornadas laborales completas. Con cuotas, mucho más.

¿Quieres comprar un auto de $5.000.000 para manejar al trabajo? Sin considerar que te va salir más de 5 millones debido al interés de las cuotas, ni el pago de la patente, ni el seguro, ni el gasto en bencina, estarás trabajando 166 días sólo para tener un medio de transporte a ese trabajo. Casi la mitad del año.

Cuando mides el valor de tus compras según horas de trabajo, empiezas a ser más frugal.

Te das cuenta que no necesitas esa camisa.

Te das cuenta que prefieres ir al trabajo en bicicleta.

Sé lo que estás pensando: «El cálculo está mal. A los dos años puedo vender mi auto de $5.000.000 por $4.000.000, y sólo habré gastado $1.000.000. Puedo ir a viajar con la reventa del auto».
Primero, no dejemos de lado todos los otros gastos que conlleva un auto: seguros, impuestos, arreglos y bencina.
Segundo, ¿qué es lo que harás con los $4.000.000 que ahora tienes? Usarás esa plata y parte de tus ahorros para comprarte un auto mejor, porque eres dependiente de esta comodidad.
¿Te imaginas lo doloroso que sería decidir que ya no necesitas un auto para estar bien? Sólo unos pocos logran hacer un cambio así.

Pero más que tratar de complicar el cálculo, lo importante es saber cuánto vale una hora de nuestro trabajo, con tal de saber cuánto tiempo gastamos en comprar cosas.

Tomorrow is Good: will we ever get rid of the traffic jam? - Innovation  Origins

Medir tus compras según días de viaje que te estás perdiendo:

Esta técnica es para los amantes del viaje.

Supongamos que tu presupuesto para cada viaje que haces es de $15.000 pesos al día.

Siguiendo los ejemplos anteriores, una camisa de $25.000 equivale a 1,6 días de viaje.

Un auto de $5.000.000 son 333 días de viaje.

¿Te gusta comprar un café de $2.000 en el Starbucks todos los días? Son $730.000 al año, 1 mes y 18 días de viaje.

¿Te gusta ir a la disco todas las semanas y gastar $20.000 entre Uber, entrada, trago y bajón? Son $1.040.000 al año. Dos meses y nueve días de viaje.

The 11 shortcomings of permaculture | by Russ Grayson | Medium

El desafío de las 33 prendas

Simple, pero difícil. El desafío de las 33 prendas consiste en dejar en tu clóset sólo 33 prendas. Eso incluye toda tu ropa para todas las ocasiones, y zapatos.

Con el paso del tiempo te darás cuenta que no necesitabas todos esos pares de zapatos.

En mi caso, lo que hice fue dejar 33 prendas en mi closet, y guardar el resto en dos bolsas de basura. Una tenía ropa para regalar, y la otra era ropa que me gustaba y quería volver a usar más adelante.

Adivina cuál bolsa regalé.

La magia del orden | Cuadernos Andantes
Hagamos que Marie Kondo esté orgullosa de nosotros

Pensar dos veces antes de comprar algo

¿Viste algo en internet que te interesó?

En lugar de hacer una compra compulsiva, espera uno o dos días. Trata de imaginarte a tí mismo/a con esa cosa en tus manos. Recuerda que, sea lo que sea que compres, con el paso del tiempo te acostumbrarás.

Quizás te darás cuenta que en verdad no necesitas hacer la compra.

Un par de preguntas útiles antes de hacer una compra:
¿Me ayudará a cubrir necesidades básicas?
¿Me ayudará a tener buenas experiencias o crecer como persona?
¿Me ayudará a ser parte de una comunidad en la que quiero estar?
¿Lo usaré seguidamente? Si no es así, ¿puedo arrendarlo o pedirlo prestado?

Que no te pase que tengas un kayak lleno de telarañas en tu jardín.

Por último, el mejor ejercicio de todos:

Sal a viajar con carpa, saco de dormir y mochila.

Lo ideal es hacer una caminata de varios días en la naturaleza, o recorrer un país tercermundista. O ambas juntas.

Caminar por varios días en la naturaleza te obliga a viajar liviano. De otro modo, tu mochila es una cruz a cargar. Con el paso de los días podrás apreciar lo libre que te sientes al tener tan pocas cosas y aun así estar bien.

Viajar en un país tercermundista te abre los ojos. Conoces gente en el campo que vive con poco y nada, pero aun así se les ve inmensamente felices. Te hace preguntarte si una sociedad en la que tenemos todo lo que queremos es la respuesta que estábamos buscando para ser felices.

Entrenémonos para vivir bien con poco, voluntariamente.

FOTO: Un monje budista 'sonríe' dos meses después de su muerte - RT
Entrenarse para vivir sencillo

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Paraíso Omaní, y una reflexión sobre el Hijab

Mi viaje en bicicleta por Omán me trajo un solo problema: fue demasiado perfecto. Tan perfecto, que no tengo historias para contar.

Verás, para poder contar una historia entretenida, es clave tener algo de conflicto. Un problema a solucionar. Algo que te haga pararte de la silla de los nervios.
En Omán no tuve problemas, así que no tengo historias para contar.

Cuando digo que fue demasiado perfecto, no estoy exagerando.

¿Los paisajes? Lindísimos. Vas pedaleando por un desierto lleno de montañas, y cada ciertos kilómetros encuentras un pueblito con casas hermosas y llenas de palmeras, que generan un contraste perfecto.

¿La comida? Exquisita. Probé como veinte platos distintos, todos deliciosos. Y algo entretenido de la cultura omaní es que se come hasta el arroz con la mano. Para un occidental con manos torpes como yo, es todo un desafío.

¿La gente? Compiten con los turcos en el primer lugar de la gente más simpática que he conocido. Relajados. De buen corazón.
Mi amigo Saeed, a quien conocí en Turquía, me invitó cuatro noches a su casa. Me llevó a museos, a restoranes, a que unos peces limpiaran mis pies, a bañarme en una poza en las montañas, a conocer a su familia y sus amigos, y otros panoramas que no puedo mencionar.
Cuatro días de sólo pasarlo bien, comer y descansar. Pocas veces me he sentido tan bien recibido. ¡Y no me dejó pagar nada!

¿Qué más? Caminos bien pavimentados, decentes para andar en bicicleta. Autos que mantienen distancia cuando pasan junto a ti. Playas paradisiacas. De las mejores noches de camping que he tenido. ¡Y siento que se me olvidan detalles!

No voy a escribir historias de Omán. En cambio, quiero tocar un tema controversial: el uso del hijab.

En este artículo quiero reflexionar cómo ha cambiado mi punto de vista con respecto al Hijab antes y después de haber visitado el Medio Oriente.
Con Hijab, me referiero a que las mujeres musulmanas tengan que tapar su cuerpo. Pero hay distintos tipos de velos para cubrirse:

Hiyab, niqab, burka: cuáles son los distintos tipos de velo islámico - BBC  News Mundo

Sé que estoy pisando un terreno peligroso.
¿Qué tengo que reflexionar yo sobre el Hijab si soy hombre?
¿No debería mejor quedarme callado?

De la forma en que lo veo yo, el hecho de que sea hombre me da unos cuantos puntos a favor para hablar de este tema:

1)Al ser hombre, tuve la oportunidad de conversar sobre el Hijab en varias ocasiones con hombres musulmanes. Los que, supuestamente, vendrían siendo los opresores.
Aprendí muchísimo. Es posible que algo así habría resultado más difícil siendo mujer, pero no estoy seguro.

2)Al ser hombre, no estoy automáticamente en contra del Hijab.
Como me cuesta ponerme en los zapatos de una mujer que tiene que cubrir todo su cuerpo, me acerco al tema con curiosidad y muchas preguntas, más que rechazo automático.
Con mucho interés en tratar de entender cómo se justifica algo como el Hijab, y a la vez sin ánimos de juzgar.

Estos países prohíben el burka y el nicab en Europa | Europa | DW |  31.07.2018

Vayamos al grano. Primero voy a explicar qué pensaba sobre el Hijab antes de conocer el Medio Oriente, y después voy a explicar cómo cambió mi opinión sobre el Hijab después de haber recorrido países musulmanes como Turquía, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Omán.

Opinión antes de viajar por el Medio Oriente.

Me imaginaba al Hijab como una de las cosas más terribles y sin sentido del mundo. Machismo en todo su esplendor. Una fábrica de sufrimiento para todas las mujeres que son forzadas a cubrirse por completo.

Me imaginaba hombres malvados y machistas. Extremistas religiosos que siguen al Koran sin pensar.
Hombres que no piensan en el prójimo, y menos aún en el bienestar de las mujeres. Hombres que miran a la mujer como un objeto.

Me imaginaba a las mujeres musulmanas como personas infelices, tímidas y oprimidas. Mujeres suplicando por alguien del mundo occidental que pudiese ayudarlas a combatir contra esta injusticia.
Me imaginaba a un 100% de la población femenina intentando liberarse de esta prisión sin sentido.

Imam Jomeini, el líder de la Revolución más equilibrada del mundo - IRNA  Español
Jomeini, ex líder iraní. Tiene cara de villano de película, y es exactamente como me imaginaba a todos los musulmanes

¿Qué fue lo que en realidad vi en países musulmanes?

Primero que nada, desde el momento en que salí de Estambul para empezar mi viaje en bicicleta me sorprendí al encontrarme con gente inmensamente bondadosa.

Los hombres machistas y mujeres oprimidas que esperaba ver resultaron ser gente liviana, muy alegre y social.

Bondad, bondad, bondad

No sabía que los seres humanos podíamos alcanzar un nivel de hospitalidad como el que vi en Medio Oriente.
En cada uno de los países musulmanes que visité me invitaron a comer, me invitaron a alojar, y me regalaron comida en el camino. Si paraba a descansar de tanto pedaleo, un auto paraba a preguntarme si necesitaba ayuda.
Pero lo que más me llamó la atención, era la naturalidad con la que ofrecían ayuda. Daba la impresión de que lo hacían sin esperar nada a cambio.

Fue difícil mantener mi prejuicio de hombres villanos y mujeres oprimidas conociendo gente así de buena por tantos meses seguidos.
Nunca pasé por un mal rato.
Nunca nadie intentó robarme.
Nunca vi opresión.

Pero no quería cambiar de opinión tan fácil.
Quizás me estaba dejando llevar por todo una actuación que los musulmanes hacen con los turistas para demostrarle al mundo que ellos son la mejor religión de todas. Algo así como en Corea del Norte, que cuando la visitas haces un tour con gente del gobierno que te muestra lo grandioso que es el país llevándote donde familias felices y bien alimentadas.
Quizás los musulmanes se portan bien cuando están con un extranjero, pero cuando están solos, tratan a las mujeres como esclavas.

Me mantuve vigiloso. Quería ser capaz de ver algún tipo de maltrato o opresión. Quería ver a un hombre perdiendo el control y olvidándose de que tenía que actuar como buena persona.
Pero nada. En cinco meses no vi nada.
Nunca vi a un hombre tratando mal a una mujer. Mas aún, lo único que percibí fue respeto hacia las mujeres.

Aproveché las buenas amistades que hice con hombres para entrar en profundidad sobre el tema.
A varios amigos les hice preguntas básicas sobre el Islam. Y una vez que ya llevábamos harto rato hablando sobre religión, una vez que ya había desarmado todos sus mecanismos de defensa, les preguntaba por qué las mujeres tenían que cubrir su cuerpo.
Me respondían siempre lo mismo:
«Un hombre jamás debería mirar a la mujer de otro hombre. Sea su mamá, su hermana, su esposa o su hija. El Hijab es una forma de eliminar tentaciones y así mantener respeto hacia ellas».

No encontré malas intenciones ni extremismos detrás del Hijab. No encontré villanos opresores. Sólo encontré hombres que nacieron en un mundo en donde el Hijab existe, aceptan este hecho sin cuestionarlo, y siguen viviendo.

También aproveché las buenas amistades que hice con mujeres para entender el otro lado de la moneda.
Cuando les pregunté sobre el Hijab, me sorprendí al encontrar tres tipos de respuestas distintas:

1)Mujeres que odian el Hijab, y estarían felices de que no existiera. Conocí sorprendentemente pocas de este tipo.

2)Mujeres que aceptan el Hijab como un hecho más de la vida. Así como nosotros los occidentales no podemos movernos por la vida sin polera porque todos nos mirarían raro, estas mujeres tienen que ponerse Hijab. En otras palabras, así son las cosas, ¿Para qué luchar contra el status quo?

3)Mujeres a quien les gusta el Hijab. Esto no me lo esperaba para nada, pero es muy común. Imagínate que eres una mujer de treinta años, y llevas toda tu vida cubriendo todo tu cuerpo. ¿Qué tan avergonzada te sentirías si un día decidieras ir a la playa en bikini? Tantos años de cubrirte te han condicionado a que la única forma de sentirte cómoda sea sin que nadie pueda ver tu lindo cuerpo.

Words Taken Out of Context': Minister on 'No Hijab in MP Schools' Remark

Conclusiones de mi paso por el Medio Oriente

Tengo tres conclusiones:

Primero: no existen villanos que fuerzan el Hijab. O al menos, si existen, están encondidos, gobernando el mundo musulmán a través de marionetas.
No sé cómo empezó esto de tapar a las mujeres, y la verdad no me importa saberlo.
Lo único que importa es que el hijab ya está instalado como una tradición religiosa muy importante de cumplir.
No existen hombres malintencionados que fuerzan el Hijab para maltratar a las mujeres.
Lo único que existe son hombres y mujeres que cumplen con el Hijab porque es una más de las reglas del Islam, por más incómoda que parezca. Es como los católicos, que tienen que asistir una hora a misa cada Domingo. Reglas que se cumplen sin pensar.

Segundo: mi nueva visión sobre las mujeres que están en contra del hijab.
Me carga usar zapatos. Si me ves en la casa o en un jardín, siempre estaré sin zapatos. Creo que los zapatos son incómodos y hacen nuestros pies más débiles, y sólo los deberíamos usar en ocasiones especiales.
Si pudiera, iría sin zapatos a todos lados. Pero me los pongo porque en el mundo todos usan zapatos. Si no los usara, me mirarían raro.
Si encontrara una porción significativa de la población a la que tampoco le gustan los zapatos, feliz me uniría a ellos para protestar con tal de que seamos libres de ir a restoranes o a trabajar sin zapatos.

Creo que el caso de las mujeres que no les gusta el Hijab es lo mismo que mi caso con los zapatos, sólo que mucho, muchísimo más incómodo y desagradable.
Estas pobres mujeres nacieron en un mundo donde se les obliga a usar el Hijab a pesar de que no les gusta, y no tienen la fuerza suficiente como parte de la sociedad para lograr cambiar las cosas. Así que tienen que seguir usando el Hijab, porque si no, las mirarán raro y se meterán en problemas.
Quién sabe. Quizás en el futuro habrán tantas mujeres en contra del Hijab, que empezarán una revolución y cambiarán esta tradición. Depende de ellas.

Tercero: el uso del Hijab es un tema complejo, con años de desarrollo.
Es una simplificación grave decir que los hombres musulmanes son machistas opresores y que las mujeres musulmanas son las oprimidas en la historia.

Como mencioné anteriormente, hay mujeres a quien les gusta el Hijab y otras que cumplen con esta regla sin pensar si está bien o no. Aceptan el Hijab como un mandato de Allah. Y los hombres promueven el Hijab porque es una regla del Islam instituida hace ya años, que además les hace sentido porque les ayuda a respetar a las mujeres.

Para terminar. Personalmente, sigue sin gustarme el Hijab. Creo que cada mujer debería ser educada para tener pensamiento crítico como para decidir qué es correcto y qué no, y a la vez debería la libertad para decidir qué vestir.
A la vez, ya no critico a la religión musulmana por cumplir con una regla como el uso del Hijab. Respeto a esta gente más que nunca, y entiendo las intenciones que hay detrás del Hijab. Sé que no son malas.

Si me preguntas si me gustaría ayudar a empezar una revolución en contra del Hijab, te respondería que eligiría no meterme.

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Evita el «fundimiento hostálico»

Acá va uno de los mayores errores que veo en la gente que está viajando por primera vez: tratar de hacer demasiado.

Es más o menos así: acabas de renunciar a tu trabajo. Por primera vez tienes los ahorros y eres libre para viajar por el mundo entero. No eres capaz de controlar la excitación. ¡Tienes que hacerlo todo!

Tienes que ir a cada tour pagado, a cada museo, a cada lugar turístico, sin importar cuán aburrido te parezca.

Tienes que probarlo todo, sin importar qué tanta azúcar tiene esa baklava, o qué tan mal se veía el aceite con el que cocinaban en la calle.

Tienes que salir a un bar o una discotheque cada noche, a pesar de que te vez al espejo al día siguiente y pareces un zombie suplicando un poco de sueño.

Ya habrá tiempo de descanso cuando estés en un ataúd.

KLM Travel Guide - ADE: the world's biggest dance party

¿El resultado de este estilo de vida? Implosión. «Fundimiento hostálico».

Te sorprenderías la cantidad de gente fundida que he visto en hostales a lo largo de este viaje. Muchas veces están enfermos hace ya harto tiempo, pero otras veces están absolutamente fundidos. No hay nada que los traerá de vuelta. Ni siquiera un poco de descanso.

Parecen unas larvas, más que seres humanos. Cada vez que entras a la pieza del hostal, estas larvas están en su cama durmiendo o conectadas en el celular. En el mejor de los casos, están viendo una serie en Netflix. Es como si les hubieran quitado la energía vital.

Crop Girls Watching Series On Bed by Guille Faingold

Que no te pase que tu estadía en París consista en ver temporada tras otra de Friends en tu hostal.
Preocúpate de mantener hábitos saludables y un ritmo de vida que te permita estar de buen humor y con energía todos los días para viajar por mucho tiempo.

Come sano. No es necesario probar cada una de las comidas de un país, si eso significa que caerás enfermo/a.

Toma harta agua.

Duerme ocho horas cada día.

Aprovecha tu nueva libertad para hacer una hora de ejercicio todos los días.

Y si no quieres ir a ese museo o ese paseo turístico, nadie te va a decir nada. Al final del día, es tu viaje.

Evita el fundimiento hostálico.

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Una extraña teoría sobre sacar fotos

¿Has visto la película «The secret life of Walter Mitty»?

Review: 'The Secret Life of Walter Mitty' is no dream come true
Walter Mitty

Spoiler Alert!

Casi al final de la película, Walter está caminando perdido por una montaña en Afganistán, cuando por fin logra encontrar al legendario fotógrafo Sean O’Connell. Este último lleva días escondido detrás de una roca, intentando sacar una foto al leopardo de las nieves.

Justo al final de la conversación, Sean ve por primera vez al famoso leopardo. Pero no le saca una foto.

-¿Por qué no le sacas la foto?- pregunta Walter.

-A veces me gusta guardar estos momentos para mí. Sin distracciones.

El leopardo se esconde, y Walter y Sean se van a jugar fútbol con unos locales.

Is Your Camera Keeping You From Experiencing Life's Precious Moments? |  PetaPixel
Walter Mitty y Sean O’Connell viendo al leopardo

Acá va mi teoría sobre sacar fotos: existe una extraña relación entre qué tan memorable es un momento de nuestras vidas, y qué tantas fotos sacamos.

Para que se entienda, necesito explicarme en detalle.

Separemos qué tan memorable es un momento en nuestras vidas en tres niveles.

El primer nivel, es un momento aburrido y cotidiano.
En este nivel, no sacas fotos ni videos, ya que no hay nada que quieras recordar.
Nadie saca fotos para recordarse a sí mismo trabajando en el computador, o haciendo trámites, o limpiando el departamento, o en medio de un taco.
Espero que no tengas una foto enmarcada de ti yendo al notario.

El segundo nivel, es un momento entretenido.
En este nivel, sacas muchas fotos y videos. Quizás demasiadas. Tantas, que quizás nunca las revises.
Esa vez que fuiste a un museo o a un concierto.
Esa vez que conociste las pirámides de Egipto.
Esa vez que fuiste al cumpleaños de un familiar o amigo/a.

Viendo estos dos niveles, podrías afirmar «La teoría es muy simple. Mientras más memorable un momento, más fotos sacas. ¿No es obvio?».

Acá es cuando se complica la teoría. Como dije, hay tres niveles.

El tercer nivel, es el nivel «Walter Mitty».
Un momento extraordinario, transformacional.
Un momento que te puso la piel de gallina. O que te hizo llorar de la risa. O que te dejó quieto como momia por el asombro.
Tu propio leopardo de las nieves.
Un momento, tan, pero tan emocional, que ni siquiera piensas en sacar una foto. Porque es un momento que no necesita foto o video para ser recordado. Porque quieres disfrutar cada segundo, sin distracciones.
Puede ser un encuentro con alguien que estimas, o un lugar nuevo que conoces, o el momento en que completas el desafío más grande de tu vida. Hay muchas opciones.

¿A qué voy con todo esto?

Abre la galería de fotos de tu celular.

¿Está vacía? ¿Por qué no has sacado fotos? ¿Te vendría bien un cambio de rutina? ¿Algún momento memorable?

¿Está llena? ¿Son realmente momentos que quieres recordar, o sacaste esas fotos sin pensar?

¿Cuántos momentos «Walter Mitty» tuviste el último año? Recuerda: si tienes fotos de esos momentos, significa que no fueron suficientemente especiales.

Te deseo una galería de fotos vacía. Pero que no sea porque tu vida es aburrida. Que sea porque tu vida es extraordinaria. Tan extraordinaria, que no tienes tiempo para detenerte a sacar una foto o un video.

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Armenia relatado en fotos

Crucé a Armenia en una noche oscura como boca de lobo. Acampé en el primer pedazo de tierra que encontré a las afueras del camino
Armenia está lleno de edificios abandonados hechos con este material
Monasterio en las montañas del norte de Armenia
Afuera del monasterio, estos amables señores me invitaron un «vaso de agua» que resultó ser Vodka
Para bajar de la montaña, la aplicación Komoot sugirió que me tirara por este precipicio. Decidí vivir y cambiar la ruta
El cambio de ruta me llevó al paisaje más bonito que vi en todo Armenia. Un valle paradisiaco
Vacas cruzando el río
Dormí en la carpa afuera de un restorán, y a las 3 de la mañana desperté porque no sentía mis pies por el frío
Después de veinte kilómetros, y todavía sin sentir los pies, encontré una bomba de bencina donde tomé café hasta recuperar las ganas de seguir
Tumbas a orillas del camino, con las caras talladas de los fallecidos
Paré en un hostal en Vanadzor, con una especie de trauma por el frío. El dueño del hostal me trajo té y torta
El dueño del hostal Esa gente que se le ve la bondad en la cara
Definitivamente Armenia no destaca por la belleza de sus caminos
Estos pastores me invitaron a tomar café, a tomar vodka, y a tomar café con vodka
Tampoco es un país que destaca por sus esculturas. O quizás tenemos gustos distintos
De vez en cuando se ve una que otra montaña digna de apreciar
Llegada a la capital, Yereván, donde me junté con John y Jan, amigos de Inglaterra y República Checa
Yereván
Yereván
Esculturas en Yereván
Una escultura de Botero en pleno centro de Yereván
Paseo por el día a las afueras de Yereván
Simphony of stones
Tratando de secar la ropa en el hostal junto a Michael Alezandrovich Chestakov, de Siberia
Las noches consistían en Ajedrez con estos genios
Nunca les gané
Y bueno, me dio apendicitis. Dos días en el hospital, y tres semanas de recuperación
Estaba solo y extrañando a mi familia, cuando Mischa me vino a ver y me regaló un libro. Esos gestos que nunca se olvidan
Al no poder hacer deporte tuve que acudir a otros entretenimientos, tales como ir a ver ballet
Mi paso por Armenia terminó estrepitosamente porque tuve que salir a toda velocidad antes de que se me acabara la visa.

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

«Teoría Rafael Nadal» para medir una vida extraordinaria

Voy a tratar de aburrirte lo menos posible hablando de tenis, pero necesito un poco de contexto:

Mi tenista favorito es Rafael Nadal. He visto cientos de sus partidos.
Lo que más me gusta de verlo jugar, es su actitud de gladiador. Corre y lucha como ningún otro.
Esa misma actitud da como resultado incontables batallas inolvidables.
Si me preguntas cuál es mi partido favorito de Rafael Nadal, no sería capaz de decidirme entre un puñado que llegan instantáneamente a mi cabeza.
Su final en Roma 2005.
Su final en Wimbledon 2008.
Su final en Australian Open 2012.
Cuartos de final contra del Potro, Wimbledon 2018.
Cuartos de final contra Thiem, US Open 2018.
Etc.

Rafael Nadal

Soy tan fanático de Nadal, que también veo alguna de sus entrevistas en Youtube.
Por lo general son aburridísmas. Siempre le preguntan lo mismo y él responde lo mismo.

Pero hay una pregunta que de vez en cuando le hacen, y que siempre me ha llamado la atención:
¿Cuál ha sido el partido más emocionante de tu vida?

Uno se espera una respuesta rápida y emocionante.
Un partido que lo haya hecho sufrir más que nunca.
Una descripción vívida de cómo fue la experiencia para él.

Me encantaría saber cómo fue el partido visto desde sus ojos. Los nervios. El ambiente. El cansancio físico y mental.

Pero siempre me sorprendo al ver que Nadal no tiene respuesta.

Se queda callado, pensativo. Como si nunca hubiera tenido tiempo para pensar en su pasado.

Finalmente, termina respondiendo algo tipo «Roma 2006 vs Federer» y no entra en detalles. Sólo dice que fue «una victoria muy especial frente a un gran jugador», o lo que sea que su asesor le dijo que respondiera.

Es decepcionante.

Nadal, Roma 2005

Puede ser que Nadal no responda bien a esas preguntas porque tiene problemas para expresarse.
No creo que sea el caso.

Mi teoría es, que son tantos los encuentros emocionantes que ha tenido, tantas las batallas, tantas las experiencias inolvidables, que cuando Nadal piensa en su pasado, su cabeza explota.

Son demasiados los años de intensidad. Demasiados los años de aprovechar cada momento de su vida. Demasiados los momentos inolvidables.

Es imposible para él decidirse por un evento puntual.

Si tienes un partidazo inolvidable a lo largo de toda tu vida, la pregunta «¿Cuál fue tu mejor partido?» es fácil de responder.
¿Tienes diez partidazos? La pregunta sigue siendo fácil de responder.
¿Doscientos partidazos? Buena suerte eligiendo tu mejor partido.

Además de que su pasado sea tan impresionante que sea frustrante evaluarlo, existe otro factor a por qué Nadal no se decide por su mejor partido: su presente es tan extraordinario, que no tiene tiempo para pensar en el pasado.
Sólo tiene atención para el presente y el futuro próximo.

Nadal, Wimbledon 2008

Dicho esto, acá va mi «teoría Rafael Nadal» para medir una vida extraordinaria.

«Teoría Rafael Nadal»

Existen tres niveles de extraordinariedad:

El primel nivel, es una persona que ha desperdiciado su vida.
Nunca siguió sus sueños.
Nunca hizo lo que le gusta.
Nunca tuvo experiencias inolvidables.
Nunca tuvo grandes desafíos.
Nunca tuvo grandes problemas que resolver.
Pasó casi todo su tiempo viendo tele o redes sociales.

Nivel de extraordinariedad: bajísimo.

Si le preguntas a esa persona cuál fue el mejor momento de su vida, no te responde, ya que no tiene recuerdos memorables.

Rat race

El segundo nivel de extraordinariedad, es una persona que ha tenido una que otra experiencia inolvidable.

Tiene buenos recuerdos, pero tan sólo un puñado en cada aspecto de su vida.
Uno que otro viaje que le cambió la vida.
Uno que otro logro del cual se siente orgulloso/a.
Un par de encuentros deportivos que jamás se le olvidarán.
Una que otra relación amorosa especial.
Uno que otro desafío/problema enorme que logró solucionar.
Una que otra historia divertida.
Uno que otro libro o película que le cambió su visión del mundo.
Hasta incluso, puede ser que se haya entrenado por seis meses para subir el Everest, y lo haya logrado. Obviamente, fue su cumbre más especial.

Nivel de extraordinariedad: normal.

Si le preguntas a esa persona cuáles han sido los mejores momentos de su vida, es fácil para él/ella responder. Tan sólo tiene que elegir entre un puñado de eventos.

Sabe cuál fue su mejor viaje, su mayor logro, su mejor partido, el pololeo que recuerda con más alegría, el problema más grande que ha solucionado, su libro favorito, etc.

Me atrevería a afirmar que la gran mayoría de las personas nos encontramos en este nivel.

El tercer nivel de extraordinariedad, es el nivel Rafael Nadal.

Es una persona que ha tenido tantas experiencias extraordinarias, y su presente es tan emocionante, que no es posible para él/ella pensar en su pasado.

El montañista que ha escalado por todo el mundo, y que no puede decidir cuál fue su cumbre favorita.
El viajero que ha conocido todos los países del mundo, y que no puede decidir cuál es su país favorito
El escritor que ha publicado 50 novelas, y que no puede elegir su obra favorita.
El lector que ha leído más de 1000 libros, y que no puede decidir cuál es el que más recomienda.
El emprendedor que ha hecho decenas de negocios.
El artista que ha hecho miles de obras de arte.
El surfista que ha disfrutado de surfear todos los días de su vida.
El actor que ha sido parte de decenas de películas.
El tipo que le han pasado miles de historias divertidas.
Hasta incluso, una persona que no se ha enfocado en una sola actividad, sino que ha tenido una mezcla de todo lo mencionado anteriormente.

Nivel de extraordinariedad: altísimo.

Si le preguntas a esta gente cuáles fueron los mejores momentos de su vida, se comportan como Rafael Nadal. Son tantas las memorias, que no tienen respuesta.
Prefieren seguir en el presente.

Creo que todos deberíamos buscar alcanzar un nivel de extraordinariedad Rafael Nadal en nuestras vidas.

Que sean tantas las experiencias inolvidables, y tan emocionante nuestro presente, que no tengamos tiempo para reflexionar sobre nuestro pasado.

Y que, al final de nuestras vidas, cuando estemos descansando en la cama de del hospital a punto de morir, miremos hacia atrás y seamos capaces de decir:
«Tuve una vida extraordinaria».

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

El «Principio Forrest Gump» de por qué hacemos las cosas

Mi película favorita es Forrest Gump. Me gusta pensar que, además de entretenida, nos da buenas lecciones de vida.

Hay una escena que resalto por sobre todas las demás.
Forrest Gump se encuentra cruzando los Estados Unidos trotando por cuarta vez . Está sucio y tiene barba de ermitaño. Se le acercan unos periodistas:

Periodista 1: «Señor, ¿Por qué está trotando?
Periodista 2: «¿Está trotando por la paz mundial?
Periodista 3: «¿Está trotando por los derechos de las mujeres?
Periodista 4: «¿O por el medioambiente?
Periodista 5: «¿O por los animales?»
Periodista 6: «¿O por las armas nucleares?»

Forrest Gump: «¡Sólo sentí ganas de correr!»

«I just felt like running!»

A esto, yo le llamo el «Principio Forrest Gump».
Hacer las cosas por el hecho de hacerlas.
No por plata.
No por likes en Instagram.
No por mostrarle al mundo que eres exitoso/a.
Que el único objetivo sea alimentar tu curiosidad. Interés puro.

Si vas a viajar a las Pirámides de Egipto, que sea porque las quieres ver con tus propios ojos. Curiosidad pura. No porque quieres sacarte la foto famosa.
Pregúntate lo siguiente: Si no pudieras sacarte una foto y tampoco contarle a tus amigos que fuiste a un lugar, ¿Irías?

Si vas a correr una maratón, que sea porque quieres saber cómo se siente llegar a «la pared» psicológica del kilómetro 30, o el dolor en las piernas que tienes cuando llegas a la meta.
Que no sea porque quieres poder decirle al mundo que lograste correr 42 kilómetros. Eso es ego hablando por tí.
Si nadie pudiera saber que corriste la maratón, ¿la correrías?

Si vas a escribir un blog que se llama «Deportista Nómade», que sea porque disfrutas hacerlo. Disfrutas mejorar tu escritura y aclarar las ideas en tu cabeza.
Que no sea para pagarte un viaje, o hacerte famoso.
Si sabes con 100% de seguridad que nadie lo leerá, ¿lo harías?

Juntarte con amigo/as que realmente te interesan.
Conocer a una persona porque estás auténticamente interesado/a en conocerla. No para aumentar tu red de contactos.
Practicar un deporte porque te encanta. No porque quieres hacerte famoso.
Tocar un instrumento porque lo disfrutas, y por ninguna otra razón.

¿Y por qué no ayudar a juntar fondos para el medio ambiente corriendo por Estados Unidos?
Hay muchas opciones más directas y efectivas para ayudar al medioambiente que correr por Estados Unidos.
Si quieres correr por Estados Unidos, corre por Estados Unidos.
Si quieres trabajar por el medio ambiente, trabaja por el medio ambiente.

Que el premio de hacer algo sea hacerlo. Nada más.
No necesitas de plata o fama para disfrutar escribir un libro, o hacer un deporte, o lo que sea que te interese.

La plata, la fama, o cualquier otra razón que puedas llegar a tener, termina contaminando ese interés puro que tenemos por hacer las cosas.
Nos hace convertirnos en el deportista frustrado porque no se volvió famoso.
El músico deprimido porque no es capaz de ganarse la vida con su hobby.
El escritor presionado para terminar su libro en tan sólo un par de meses.
El padre que tuvo hijos a pesar de que no quería, sólo por aparentar tener una vida perfecta.
No nos damos ni cuenta, y terminamos odiando aquello que nos encantaba.

Pero entonces, ¿Cómo ganamos un sueldo?
No buscar ganar plata haciendo eso que nos gusta.
Buscar un trabajo que sea útil para la sociedad, que nos pague lo que necesitamos para vivir, que no sea un estrés constante, y que nos dé tiempo para hacer lo que nos gusta.
Después del trabajo, tendrás libertad absoluta para disfrutar de escribir, tocar un instrumento, pintar, hacer un deporte, o lo que sea que te guste hacer.
Harás esas cosas porque te gustan, y no porque estás obligado a hacerlas.
Como dijo Toni Nadal en su charla TED: «No busques hacer lo que te gusta. Busca que te guste lo que hagas».

Sigamos el «principio Forrest Gump» de por qué hacemos las cosas.

Hagamos las cosas por el hecho de hacerlas.

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Aprendizajes de cicloturismo, Parte III: la importancia de NO hacer planes

Al día siguiente de dar mi último exámen de la universidad, me subí a un avión con destino a Nueva Delhi, India.
¿Mi objetivo?
Viajar un año por todo el mundo.
Diseñé un plan perfecto. Conocería todas las regiones del mundo que siempre había querido ver.
El plan incluía India, Nepal, el sudeste asiático completo, Nueva Zelanda, China, las olimpíadas de Tokyo, medio oriente, los países nórdicos, los alpes, los balcanes. ¡Hasta incluso África!
Decir que tenía las expectativas altas es poco. Mis expectativas estaban en el cielo.
El plan era perfecto. Amigos cercanos se reían de lo detallado que tenía todo.

Dic/19-Mar/20. Tuve la suerte de conocer India, Nepal, Vietnam, y un día en Tokyo

Pero como todos sabemos por experiencia propia, los planes nunca salen como queremos.
Marzo de 2020. Después de cuatro meses increíbles de viaje, surge un tal coronavirus que hace que tenga que volver a Chile durante todo el resto del 2020.
No sólo perdí mucha plata al no recibir devolución de pasajes de avión que compré con meses de anticipación.
Lo peor de todo, fue que, a pesar de que tuve un viaje increíble, volví a Chile decepcionado.
Había logrado conocer poquísimo comparado con lo que había planificado.
Mis expectativas del viaje eran tan altas, que nunca sería capaz de cumplirlas.
Me prometí a mi mismo que, cuando volviera a viajar, planificaría lo mínimo necesario para poder moverme de un lugar a otro.

Enero de 2022. Ya llevo casi cinco meses viajando en bicicleta.
He cumplido mi promesa. Estoy viajando con el mínimo de planes posible.
He pasado por Turquía, Georgia, Armenia e Irán sin todavía saber dónde terminaré.
Lo único que hago para planificar, es fijarme como objetivo una ciudad o atractivo turístico que esté, ojalá, a varios cientos de kilómetros de distancia. De este modo puedo pedalear por varios días sin pensar.
La bicicleta me da la libertad de moverme a mi propio ritmo, y la libertad de decidir dónde y cuándo parar.
Tengo una aplicación que crea la ruta en bicicleta por mí, y casi ni la reviso.
Llevo siempre conmigo comida para un día, por si no encuentro supermercados o restoranes en el camino.
Y no hago reservas de alojamiento. Nunca sé dónde terminaré durmiendo.

Bicicleta, carpa y comida para un día me permiten parar donde y cuando yo quiera

Sabía que no planificar traería beneficios para mi viaje. Pero nunca pensé que sería algo tan positivo. Aquí van algunos descubrimientos:

1)No planificar mantiene tus expectativas bajas.
Y mantener expectativas bajas es un requisito clave para disfrutar la vida.
Si no te preocupas de esto, serás una persona que siempre está decepcionada porque no logra lo que quiere.
Es como cuando compras una entrada a una fiesta que todo el mundo te dice que será increíble. La esperas durante toda la semana. Al final, no lo pasas bien. Esperabas tanto de ella, que terminas siendo incapaz de disfrutarla.

2)No planificar te ayuda a dejar que las cosas fluyan.
Cuando planificas un viaje, tu vida es rígida. No dejas espacio para esas pequeñas sorpresas que no estabas esperando, y que terminan siendo lo mejor de un viaje.
Esa isla que te fascinó, y que te quedarías por meses, en lugar de tres días como habías planificado.
Esa familia que te invita a pasar una semana en su casa, trabajando en la huerta.
Esa comunidad hippy de la que quieres ser parte por un par de meses.
Cuando no tienes planes, puedes hacer lo que quieras. Puedes llegar a un lugar, y con el paso de los días decidir por cuánto tiempo quedarte.

3)No planificar te ayuda a enfrentar los problemas inesperados.
Una parte clave de un problema inesperado es, obviamente, que es inesperado.
Ningún plan es capaz de enfrentarlo, ya que no pensaste en él.
Cuando no tienes planes, tienes flexibilidad máxima. Eso te permite adaptarte a cada problema que vaya saliendo en el camino, por más inesperado que sea.
¿Te tienes que operar de apendicitis en Armenia y reposar por un mes? No importa. No se te arruinaron los planes, ya que no tenías. Cuando estés sano, harás lo mejor que puedas según las circunstancias del momento.
¿Se te canceló tu ferry a Dubai debido a la mayor tormenta que ha habido en años? No importa. No tienes planes ni apuro. Llegarás a Dubai cuando se pueda.
¿Se te rompió una pieza de tu bicicleta que no puedes arreglar? No importa. Déjala y sal a caminar por el mundo.

4)No planificar te ayuda a estar en el momento presente.
Al no planificar, no piensas en tu futuro. No tienes preocupaciones.
Lo único que te queda es estar en el presente, y disfrutarlo.

No lo tengo claro, pero me gusta pensar que esta estrategia de no planificar también se puede aplicar en la vida. Lo iré descubriendo con el tiempo.

Para terminar, una lección que le da Ki-Taek a su hijo en la película Parasite(2019). Se les acaba de inundar la casa, y están durmiendo en el gimnasio de un colegio con el resto de la gente del barrio:

«¿Sabes qué tipo de plan nunca falla? Ningún plan. Ningún plan en absoluto. ¿Sabes por qué? Porque la vida no se puede planificar. Mira a tu alrededor. ¿Pensaste que estas personas hicieron un plan para dormir en este gimnasio? Sin embargo, aquí estamos ahora, durmiendo juntos en el suelo. Entonces, no hay necesidad de un plan. No puedes equivocarte sin planes. No necesitamos hacer un plan para nada. No importa lo que suceda a continuación. Incluso si el país se destruye, a nadie le importa. ¿Entendido?»

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Juan Pablo Toro
Juan Pablo Toro

Autor Deportista Nómade

Aprendizajes de cicloturismo, Parte II: no importa cómo despiertas

No importa cómo despiertas.
No importa si despiertas con energía, o cansado.
No importa si despiertas alegre, o triste.
No importa si despiertas motivado, o con ganas de pasar todo el día en la cama.

Lo importante es levantarse y empezar a moverse.
Tomar acción, por más que cueste. La motivación llega después.

Si el desafío que elegiste es realmente difícil, siempre despertarás agotado.
Quizás los primeros días despertarás con motivación. Disfrútalo, porque esas ganas se disiparán rápido.
Con el tiempo, estarás suplicando un poco de descanso.
Todos los días estarás alcanzando tus límites físicos y mentales. Agotamiento máximo.

Aseguraría que nadie despierta saltando de alegría sabiendo que tiene que trotar 10 km por sexto día consecutivo preparándose para una maratón.
Nadie despierta con ganas de ir a ocho reuniones en un día para hacer crecer su emprendimiento.
Nadie despierta inspirado para escribir diez nuevas páginas para su novela.

En mi caso, todavía no tengo la suerte de despertar con ganas de pedalear 100 km en un día.
Me levanto de la cama sintiéndome como un zombie. Estoy de mal humor, y me duele todo. Lo único que ayuda a que me mueva, es saber con seguridad que, después de unos minutos en la bicileta, me sentiré mejor.
Siempre es así. Por más cansado que esté.

Hay días positivos en los que salgo rápido de la carpa porque tengo que ir al baño

Pero si uno no tiene motivación, ¿Qué hace que tomemos acción?
Saber con seguridad que la motivación llegará rato después de tomar acción debería ser suficiente para empezar a moverse.
Pero también hay otros factores que nos ayudan a tomar acción.
Saber que estamos haciendo algo desafiante e importante para nosotros.
Saber que tomar acción nos ayudará a crecer como personas.
Saber vamos en camino a una vida sin arrepentimientos.
Saber que estamos siguiendo nuestro propio camino.
Por último, saber que pocas cosas se sienten tan bien como vencer a esa voz negativa que dice que nos quedemos en la cama.

Nada mejor que dominarse a uno mismo.

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Juan Pablo Toro
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Autor Deportista Nómade

Aprendizajes de cicloturismo, parte I: Una vida de altibajos

Un primer aprendizaje que me ha dado viajar en bicicleta:

Mientras más subidas y bajadas tiene el camino, más entretenido es el viaje.
Visto por el lado contrario: mientras más plano es el camino, más aburrido es.

Sí. Las subidas son difíciles, y se sufre. Pero ese sufrimiento es el precio a pagar para disfrutar cuando se llega a la cima.
Sufrimiento voluntario para ser feliz.

Cuando estás en medio de una subida, te olvidas de todo lo demás. Estás en un estado de concentración absoluta, tratando de salir de una cueva mental de dolor. El tiempo pasa lento, demasiado lento. Pero sabes que, tarde o temprano, llegarás al final.

Llegas a la cima, y te sientes en paz. Sabes que acabas de completar algo difícil. Miras hacia abajo, contemplando todo lo que has avanzado. A veces, tienes la suerte de ver el inicio del camino, y se ven personas de pie, pequeñas como hormigas. No importa si has hecho una, dos, o cientos de subidas. Uno nunca se acostumbra a esa sensación de paz.

Paz al llegar a la cima

Y luego, la bajada. El premio. Una mezcla de libertad absoluta y relajo.

Los caminos planos, en cambio, son aburridos.
Eficientes, pero predecibles.
Llegas rápido a tu destino, pero nunca te sientes desafiado.
No pasas por el infierno de la subida, ni la calma de la cima, ni la libertad de la bajada.
Es solo avanzar, avanzar, y avanzar.
Cuando llegas al destino, tienes un gusto amargo. Todo fue muy fácil.

Caminos planos. Eficientes, cómodos, y muy aburridos

Entonces, cuando estés viajando en bicicleta, y tengas que decidir entre una carretera rápida y plana o un camino montañoso, elige el montañoso.

¿Lo que más me gusta de este aprendizaje?

Que no solo es una lección de cicloturismo. Es una lección de vida.

Piensa en tu día a día. Fíjate en qué dirección vamos como sociedad.
Todo lo que hacemos y pensamos va en dirección a un camino plano.
Evitamos el camino con subidas y bajadas siempre que tenemos la oportunidad.
Justo lo contrario a lo que se hace cuando se viaja en bicicleta.
Buscamos constantemente crear una rutina para aprovechar el tiempo al máximo y asegurarnos que todo funcione perfecto.
Hacemos todo lo posible por evitar nuestros problemas.
Leemos libros de productividad personal para ser más efectivo y eficiente.
Entramos a trabajar en una empresa donde haremos lo mismo todos los días, sentados en una silla frente al computador.
Ahorramos para tener una jubilación decente.
Anotamos todo lo que haremos en una agenda que está llena a todas horas.
Seguridad. Eficiencia. Rutina.

No digo que nuestras vidas sean perfectas. Están lejos de serlo.
Lo que sí digo, es que estamos buscando que lo sean.
Queremos evitar la incomodidad y la incertidumbre a toda costa.
Todo está dirigido a tener más seguridad, menos incertidumbres, y menos problemas.
Si nos dieran los poderes que recibió Bruce en «Todopoderoso», lo primero que haríamos sería pagar nuestras deudas, obsequiarnos una casa perfecta y un auto perfecto, agregar $10 millones de dólares al banco, y eliminar todos nuestros problemas existentes. Porque ese es nuestro ideal de vida perfecta.
Se nos olvida que necesitamos problemas para sentirnos vivos.

Durante el 2020, aprovechando que no se podía salir de la casa debido a la pandemia, me fijé como objetivo armar la rutina perfecta.
La idea detrás era no perder ningún minuto de mi vida, haciendo actividades útiles o entretenidas.
Meditación.
Duchas frías.
Escritura.
Trabajo.
Deporte.
Elongación.
Lectura.
Pasar tiempo con la familia.
Si me preguntas cómo es mi rutina perfecta, yo te respondo que era la que tenía el 2020.

Todos los días eran iguales. Hacía el mismo listado de cosas a la misma hora en los mismos lugares.
Era capaz de decir con seguridad qué estaría haciendo el lunes a lsa 17:00 horas en tres semanas.
Una rutina perfecta me llevó a una vida predecible.

Durante ese año, aproveché el tiempo al máximo.
Y como resultado final, me encontraba…aburrido.
Por tener tanto orden, no tenía espacio para las sorpresas.
Por tener tanto orden, no tenía problemas que solucionar.

Ya no pasaba por momentos terribles, lo cual es bueno.
Pero tampoco pasaba por aquella alegría que tienes cuando sales del infierno.
Elegir una vida plana me dio un estado anímico plano. Sin sufrimiento. Sin alegrías.
A esto, yo le llamo una «vida carretera».

No estoy diciendo que una vida carretera sea completamente mala.

Tiene muchos beneficios: sufres menos, pierdes menos el tiempo, tienes más resultados.

Pero una vida carretera también tiene problemas:
Sufrir menos lleva a alegrarse menos por lo bueno
Es aburrida.
Es predecible.
Además, como todos tus días son iguales, el tiempo pasa volando. Al final del año, con suerte te acuerdas de un puñado de eventos importantes.

Mi vida, ahora que viajo en bicicleta hace varios meses, es distinta.
La rutina es inexistente. Todos los días son distintos. Conozco nuevos lugares y nuevas personas, y pruebo nuevas comidas. Estoy en un estado de asombro constante.
Nunca sé dónde dormiré antes de que empiece a ponerse el sol.
Tengo problemas que solucionar casi todos los días. Y cuando los arreglo, grito de alegría.
Tengo desafíos físicos todos los días. Montañas que cruzar, viento en contra, frío/calor, lluvia, caminos malos, y otros.
Paso por el infierno, para disfrutar más del cielo.
Sufrimiento voluntario para ser feliz.

La vida de un cicloturista está llena de altibajos. No solo estoy hablando de la pendiente del camino, sino que también de mis emociones.
Y pasar por las emociones malas es, precisamente, lo que me lleva a disfrutar de lo bueno.

A esta vida, yo la llamo «vida montañosa».

Al igual que la «vida carretera», la vida montañosa también tiene dificultades:
Sufres más
Es más fácil perder el tiempo
Cuesta obtener resultados en algo que requiere rutina (buena salud, trabajo, etc)
Y a veces un exceso de incertidumbre puede ser agobiante.

Y también tiene inmensos beneficios:
Los momentos alegres son más alegres.
Es emocionante.
Es impredecible. Nadie quiere ver una película en donde sabes qué pasa al final.
Estas inmerso en una aventura. Y como todos los días son distintos, sientes que el tiempo pasa más lento, y tu memoria funciona mejor.

¿Cuál vida es mejor? ¿La «vida carretera» o la «vida montaña rusa»?

No sabría decir cuál es mejor. Como dije anteriormente, ambas tienen cosas buenas y cosas malas.

Me gusta pensar que existe un balance intermedio entre una «vida carretera», y una «vida montañosa».
Una vida en la que no buscamos alcanzar orden y perfección, sino una mezcla entre estabilidad y desorden.
En donde tenemos rutina, y a la vez incertidumbre.
Una en la que tienes tiempo para trabajar, leer, y esas actividades cotidianas que te gustan. Pero a la vez tienes desafíos que no sabes si serás capaz de controlar.
Una vida con aventuras todos los días aventuras a diario.

No busquemos una «vida carretera». Es imposible de alcanzar, y muy aburrida.
Busquemos un balance entre «vida carretera» y «vida montañosa».
Ese balance nos llevará a una vida extraordinaria.

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